Vol. 2 No. 2
Abril de 1999


 

La Consistencia Individual en Situaciones de Riesgo como base para la Evaluación de las Diferencias Individuales

Eduardo Doval Diéguez, M. Carme Viladrich Segues y
M. Dolors Riba Lloret*




Resumen

Este trabajo se enmarca en el contexto de la Teoría de las diferencias individuales de Ribes y Sánchez (1990), que propone la evaluación individualizada de la conducta como base para el análisis de las diferencias individuales. En él se presenta una metodología para evaluar la consistencia individual en situaciones de riesgo, y se discute la relación entre las consistencias individuales encontradas en este tipo de situaciones con la presencia de diferencias entre individuos.

Palabras Clave

Estilo interactivo, tendencia al riesgo.

Summary

This paper is within the framework of the theory of individual differences of Ribes and Sánchez (1990) which proposes the individualised evaluation of behavior as the basis for the analysis of individual differences. A methodology for evaluating individual consistency in situations of risk is presented, and the definition of individual differences on the basis of individual consistency in these situations is discussed.

Keywords

Interactive Style, Risk-taking.

*Unidad de Metodología de las Ciencias de la Salud
Universitat Autònoma de Barcelona, Spain
Este trabajo ha sido realizado, en parte, gracias a la financiación de la Dirección General de Investigación Científica y Técnica de España (Proyecto PB94-0679).
 
 

Introducción

La experiencia personal indica que cada persona se caracteriza por poseer un modo particular de comportamiento que, en lo fundamental, se mantiene bastante invariante, y que al apreciarse en situaciones y momentos variados puede servir de base para predecir sus reacciones futuras. Por este motivo cuando se publicaron los trabajos de Peterson (1968) y Mischel (1968), en los que se denunciaba la falta de evidencia empírica respecto a la consistencia conductual a lo largo del tiempo y, sobre todo, en situaciones distintas, muchos autores se resistieron a admitir esos resultados y pusieron en duda la validez de las teorías y/o métodos empleados en el estudio de la consistencia.

A raíz de las conclusiones de estos trabajos se propusieron algunos cambios en la forma de dirigir las investigaciones sobre la consistencia en la conducta. Una de dichas propuestas se basaba en la realización de investigaciones idiográficas (Bem, 1972; Bem y Allen, 1974; Bem y Funder, 1978).

El nuevo interés por el estudio idiográfico puso al descubierto la necesidad de desarrollar una metodología de evaluación y de análisis adaptada a las peculiaridades del estudio individualizado (Cone, 1988; Pervin, 1984) a la que hay que añadir también la de la identificación de la unidad de análisis adecuada para la descripción de cada individuo y, en definitiva, la necesidad de desarrollo de teorías que tengan presente el hecho diferencial de cada sujeto (McFall y McDonel, 1986; Strosahl y Linehan, 1986).

La teoría de las diferencias individuales de Ribes y Sánchez (1990) proporciona un marco teórico sensible a la idiosincrasia individual en el análisis de la estabilidad conductual. En el citado trabajo, junto con otro de carácter más empírico (Ribes y Sánchez, 1992), se proporcionan también pautas metodológicas para su estudio, que han sido revisadas y ampliadas en varias ocasiones (Viladrich y Doval, 1992, 1994, 1995; Doval et al, 1993a,b; Doval y Viladrich, 1994; Doval, 1996).

Esta perspectiva teórica se puede situar en el marco más amplio del Análisis de la Conducta con referencias a la Psicología Interconductual (Kantor, 1959), y en este sentido es patente el interés por el análisis funcional de la conducta, de forma que el análisis de las situaciones adquiere una relevancia primordial.

Desde este punto de vista, las situaciones se definen a partir de los parámetros que las estructuran y no en función de su contexto o morfología. La definición paramétrica permite elaborar una clasificación de las situaciones (Ribes y Sánchez, 1990) y analizar, de una forma objetiva, el grado de similitud entre situaciones de diferentes tipos. Se evita así la inconveniencia de describir las situaciones de forma demasiado específica o, por el contrario, de manera abstracta, tal y como es frecuente en el estudio de la consistencia conductual (Westmeyer, 1992).

Así pues, las situaciones arriesgadas se definen única y exclusivamente a partir de la combinación de ciertos valores de probabilidad y magnitud de las consecuencias. De esta forma, para determinar el riesgo implícito en una determinada situación no se emplean criterios de carácter subjetivo que son habituales en los estudios clásicos sobre riesgo, como por ejemplo la utilización de niveles críticos de pérdidas en relación a criterios personales (Kahneman y Tversky, 1979), y tampoco se utilizan como criterios definitorios del riesgo el contexto en que se sitúan los anteriores parámetros. En este último sentido, el riesgo implicado en dos situaciones contextualmente distintas, como por ejemplo en un juego de azar o en un mercado de valores, será el mismo siempre que los parámetros que definen ambas situaciones tomen los mismos valores. De la misma forma, en la misma situación contextual el riesgo será distinto cuando la combinación de los valores paramétricos de la probabilidad y la magnitud sea substancialmente diferente (Ribes y Sánchez, 1990).

La teoría de las diferencias individuales de Ribes y Sánchez (1990) presupone que la interacción entre un individuo y los valores funcionales de una situación se mantiene estable en el tiempo y entre situaciones que, como las descritas, sean paramétricamente similares aunque adquieran formas distintas. También supone que la historia particular de cada individuo genera una manera singular de relación con las situaciones, por lo que es de esperar la presencia de marcadas diferencias individuales al comparar la interacción de varias personas ante una misma situación.

Esta idiosincrasia en la manera de relacionarse con las situaciones no es más que el resultado del proceso que supone la evolución histórica de cada individuo. Dicho proceso puede ser explicado por las leyes generales de la Teoría de la Conducta, pero el análisis de su resultado debe realizarse mediante una teoría de la individualidad que, según Ribes y Sánchez (1990), debería ser el objetivo de las teorías que pretendan dar cuenta de la personalidad. Así pues, la evaluación de la consistencia individual como base de la personalidad y de las diferencias individuales, se enfocará de forma individual. De esta manera, como también se ha apuntado desde otras perspectivas (Mischel, 1968; Lamiell, 1981), la visión nomotética y la idiográfica en la evaluación conductual se muestran más complementarias que opuestas (Fernández-Ballesteros, 1994).

La evaluación de la consistencia individual está sujeta a ciertas restricciones metodológicas, denominadas por Ribes y Sánchez (1990) condiciones de contingencias abiertas, y que fundamentalmente consisten en asegurar la independencia de la conducta del sujeto evaluado de las condiciones de la evaluación, prestando especial atención a la influencia probada que ejercen sobre la conducta las instrucciones dadas al sujeto (Buskist et al, 1981) y las contingencias programadas (Harzem, 1984). La necesidad de realizar evaluaciones en condiciones similares a las anteriores también ha sido apuntada desde otras perspectivas de carácter correlacional (Buss, 1989).

En el trabajo actual se evalúa el grado en que los criterios propuestos por Ribes y Sánchez (1990) permiten evidenciar las diferencias entre individuos derivadas de la consistencia del comportamiento de juego de cada uno de ellos en situaciones de riesgo definidas por la probabilidad y la magnitud de las ganancias. Dichos criterios se analizan en términos de las propiedades psicométricas de estabilidad temporal y situacional.
 
 

Materiales y método
 
 

Sujetos

Participaron de forma voluntaria 10 estudiantes de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona.
 
 

Instrumentos

Se programaron en lenguaje Turbo Pascal (versión 6.0) dos juegos de ordenador, uno de apuestas en carreras de caballos (instrumento de evaluación I) y otro de inversiones en el mercado bursátil (instrumento de evaluación II). En ambos se presentaban dos opciones, dos carreras o dos mercados, una de las cuales mostraba un grado de riesgo mayor.

Variables

Durante las sesiones de evaluación se registraron tres variables de forma secuencial: la condición paramétrica de evaluación bajo la cual era evaluado el sujeto, la opción elegida por éste y la consecuencia de dicha elección.

La condición de evaluación tenía cuatro valores que resultaron de la combinación de los valores de probabilidad y rango de las ganancias asociados a cada una de las opciones. Así, con las dos opciones se podía conseguir el mismo rango de puntos bajo condiciones similares de probabilidad (P=RA=), un rango diferente de puntos con probabilidades similares (P=RA/), el mismo rango de puntos con probabilidades diferentes (P/RA=) o un rango de puntos diferente con probabilidades asociadas también distintas (P/RA/).

Las probabilidades similares entre opciones tomaron valores de 0.6 en la opción más conservadora y 0.4 en la más arriesgada, mientras que las probabilidades diferentes fueron de 0.8 y 0.2 para la opción conservadora y arriesgada respectivamente. Cuando los rangos de puntos fueron iguales, los resultados de las dos opciones oscilaban en 1000 puntos, mientras que cuando fueron diferentes, en la opción conservadora el rango de variación fue de 1000 puntos y en la arriesgada se daba un margen de 7000 o 17000 puntos, según la condición de evaluación.

La opción elegida podía tomar los valores 'opción arriesgada', 'opción conservadora' o 'no elección', mientras que la consecuencia hacía referencia al valor cuantitativo de los puntos que el sujeto conseguía con su elección.

A partir de la opción elegida se definió el riesgo relativo asumido por el sujeto como la diferencia entre los porcentajes de apuestas a la opción arriesgada realizadas en un bloque de ensayos y las realizadas a la misma opción a lo largo de toda la sesión.

En el presente estudio se ha considerado la condición de evaluación como variable independiente y el riesgo relativo como variable dependiente.
 
 

Diseño

Se ha utilizado un diseño longitudinal de replicación intrasujeto. Cada sujeto fue evaluado de forma independiente pero siguiendo el orden que se detalla en la figura 1, es decir, con el juego de las apuestas a carreras en primer lugar y en dos ocasiones separadas por un mes, y por último, quince días después de la segunda evaluación, con el juego de inversiones en bolsa.

Figura 1

Esquema del diseño temporal empleado en la evaluación realizada en tres sesiones con dos instrumentos de evaluación
 
 

En las tres sesiones de evaluación el diseño de estímulos empleado fue exactamente el mismo. A lo largo de cada juego, o sesión de evaluación, cada par de opciones se presentó 640 veces que constituyeron los ensayos de evaluación. Cada decisión implicaba una consecuencia, de manera que el sujeto podía ganar una determinada cantidad o, por el contrario, no conseguir ningún premio. De acuerdo con las probabilidades y rangos de ganancias, se programaron los puntos concretos asociados a cada opción en cada uno de los ensayos del juego. Los puntos conseguidos a lo largo de un total de 80 ensayos, que constituían una fase de evaluación, se acumulaban en marcadores parciales para cada opción y en un marcador general que sumaba las cantidades totales.

Cada sesión de evaluación se dividió en 8 fases cada una de ellas constituida por 4 bloques de 20 ensayos cada uno. Las cuatro condiciones paramétricas de evaluación se contrabalancearon a lo largo de toda la sesión presentándose una distinta en cada bloque de ensayos dentro de una fase de evaluación. El valor esperado de las dos opciones en cada condición de evaluación fue siempre el mismo.
 
 

Procedimiento

Todos los sujetos recibieron una sesión previa de entrenamiento con los juegos. Durante la misma, y también a lo largo de las sesiones de evaluación, recibieron unas instrucciones precisas en cuanto al procedimiento del juego, pero ambiguas respecto al objetivo del mismo. Por otro lado, la consecuencia asociada a cada opción en todos los ensayos del juego, estaba predeterminada de acuerdo con las condiciones paramétricas de evaluación detalladas anteriormente. Estos dos aspectos fueron necesarios con el fin de lograr una situación de contingencias abiertas en la evaluación (Ribes y Sánchez, 1990).
 
 
 
 

Resultados

Las gráficas de las figuras 2, 3, 4 y 5 muestran, de forma individualizada, el grado de riesgo relativo asumido por cada sujeto en las condiciones paramétricas de evaluación para las tres sesiones de evaluaciones realizadas. Las gráficas de riesgo relativo para cada sesión de evaluación que se muestran en las figuras se han obtenido como resultado de suavizar, mediante el compuesto no paramétrico T4253H, los valores originales.

Las gráficas de los sujetos se han agrupado siguiendo un criterio de consistencia individual. Así, la figura 2 contiene las gráficas de los sujetos que han mostrado una relación muy similar en las tres sesiones de evaluación, en la figura 3 se muestran las gráficas de los sujetos con funciones similares en las dos primeras sesiones, en la figura 4 las de aquellos cuyas relaciones se asemejan más en la segunda y tercera sesión, y en la figura 5 la del único sujeto que muestra relaciones diferentes en las tres sesiones de evaluación, en este caso particular debido únicamente a las diferencias en la primera condición de evaluación.

Figura 2

Patrones de respuesta de los sujetos que han mostrado consistencia en las tres sesiones de evaluación (sesión I (n ) sesión II (+) y sesión III (*))

Figura 3

Patrones de respuesta de los sujetos que han mostrado consistencia en las dos primeras sesiones de evaluación (sesión I (n ) sesión II (+) y sesión III (*))

Figura 4

Patrones de respuesta de los sujetos que han mostrado consistencia en las dos últimas sesiones de evaluación (sesión I (n ) sesión II (+) y sesión III (*)).

Figura 5

Patrones de respuesta del sujeto con menor consistencia en las tres sesiones de evaluación (sesión I (n ) sesión II (+) y sesión III (*))









A nivel más concreto, en la condición paramétrica con probabilidades entre opciones diferentes y rangos de ganancias iguales, son varios los sujetos que muestran una tendencia al riesgo, es decir, valores positivos en la función (sujetos 1, 2, 6, 8, 9 y 10) mientras que la condición con probabilidades diferentes pero con rangos diferentes parece favorecer la tendencia contraria en la mayoría de los individuos (sujetos 1, 2, 3, 4, 6, 7, 9 y 10). La variabilidad entre individuos es mayor en las demás condiciones paramétricas, por lo que no es fácil identificar una pauta de relación con todas las condiciones paramétricas que sea común en varios individuos.
 
 

Discusión

En el presente estudio se han analizado las condiciones de estabilidad conductual a lo largo del tiempo con el mismo instrumento de medida y con un instrumento equivalente. Las conclusiones extraídas acerca de estos dos aspectos están fundamentadas, como se comenta a continuación, en una información simplificada pero robusta de la conducta de los individuos.

En efecto, los datos que se analizan se basan en un número considerable de registros conductuales, 160 en cada condición paramétrica, lo que garantiza la robustez de los mismos. Por otro lado, al suavizar los datos originales, se ha eliminado la variabilidad intraindividual que puede considerarse superflua o, en un sentido más psicométrico, aleatoria, y de esa forma se ha logrado identificar el patrón de relación básico de cada individuo en las tres sesiones de evaluación.

El compuesto suavizador no paramétrico T4253H empleado tiene tendencia a igualar datos con distinta variabilidad, por lo que puede considerarse un suavizador "duro" (Freixa et al, 1992). Así pues, la técnica de análisis empleada favorece la presencia de patrones similares entre individuos, que es un resultado opuesto a nuestra hipótesis de diferencias individuales basadas en la presencia de consistencia individual. A pesar de la severidad analítica autoimpuesta, los resultados muestran que los patrones intraindividuales son más semejantes que los que se observan entre individuos.

No está claro el motivo por el cual 5 de los 9 sujetos que se han mostrado en algún grado consistentes, no lo hayan sido en todas las evaluaciones. Este resultado no parece estar relacionado con el momento en que se ha realizado la evaluación ni con el instrumento de medida empleado, ya que algunos de esos individuos han sido más consistentes en las dos primeras evaluaciones y otros en las dos últimas. Así pues, hasta no disponer de resultados que repliquen el presente estudio, las conclusiones que se puedan extraer de él deben ser cautas.

Hay que ser prudentes también respecto a los ámbitos a los que pueden generalizarse dichas conclusiones. En este sentido, hay que recordar que la evaluación se ha realizado en condiciones de contingencias abiertas, cuando la mayoría de las situaciones naturales para los sujetos se caracterizan por las características contrarias (Ribes y Sánchez, 1990). El método de evaluación empleado en el presente trabajo pretende ser útil para la identificación de tendencias individuales, entendiendo que éstas sólo se manifiestan cuando las situaciones no imponen criterios restrictivos, como perseguir con eficacia un objetivo, en cuyo caso acaban anulándose las diferencias individuales (Harzem, 1984; Ribes y Sánchez, 1992).

Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que en este estudio se observa un alto nivel de consistencia individual, al menos por lo que hace referencia a dos de las tres evaluaciones realizadas, y que las diferentes maneras consistentes de relación con las condiciones situacionales dan lugar a la presencia de diferencias individuales evidentes. Estos dos aspectos, consistencia intraindividual y diferencias entre individuos en la interacción que los sujetos han mantenido con las condiciones paramétricas de las situaciones empleadas en las evaluaciones, dan apoyo a la hipótesis de la existencia de una forma idiosincrática de interacción entre individuos y situaciones, o estilos interactivos (Ribes y Sánchez, 1990), producto de las diferencias históricas entre los individuos.

Hay que señalar que, al haber empleado una medida relativa del riesgo asumido por cada sujeto en cada sesión de evaluación, las conclusiones sobre consistencia individual no deben sugerir que el número de apuestas arriesgadas realizadas por un sujeto fuese el mismo en diferentes evaluaciones, sino que ese número de apuestas en una condición paramétrica en relación con el nivel de apuestas arriesgadas realizadas en toda la sesión de evaluación fue muy similar. De hecho, el número absoluto de apuestas arriesgadas en cada condición ha resultado ser variable en cada evaluación realizada con el mismo sujeto, dentro de un nivel poco elevado respecto al de apuestas conservadoras. Por supuesto, en el mismo sentido, tampoco es correcto extrapolar de los resultados una comparación global del riesgo asumido por individuos diferentes.

No todas las propuestas idiográficas de evaluación formuladas han sido compatibles con los conceptos psicométricos exigidos tradicionalmente en estudios de carácter nomotético (por ejemplo, Nelson, 1983; Hays, Nelson y Janett, 1986). El presente trabajo se sitúa en la línea reinvindicada por otros autores (Fernández-Ballesteros, 1984; Strosahl y Linehan, 1986; Cone, 1988) que sugieren no solo la posibilidad, sino también la necesidad de someter las evaluaciones individuales al juicio de las propiedades psicométricas clásicas. Sin embargo pensamos que sería de interés el desarrollo diferencial de lo que podría denominarse una psicometría de caso único (Viladrich y Doval, 1997), que fundamentalmente debería distinguirse por el empleo de técnicas analíticas acordes con las peculiaridades de los datos que provienen de estudios de caso único.

Quisieramos realizar un comentario final respecto a la postura defendida a menudo desde los enfoques más tradicionales en el estudio de la personalidad (ver, por ejemplo, Eysenck, 1954) sobre la incompatibilidad entre los estudios idiográficos y los intereses perseguidos por la ciencia. Pensamos que la evaluación de la conducta individual es perfectamente compatible con los principios del análisis científico de la conducta. Dicha evaluación, como la realizada en este estudio, puede beneficiarse perfectamente de la metodología experimental, así como de la rigurosidad de los análisis estadísticos, siempre que ambos aspectos se condicionen a las peculiaridades de los estudios con sujetos únicos (Barlow y Hersen, 1988). Por lo que se refiere al argumento de que a partir de estudios idiográficos no se encuentran leyes generales, nos sumamos, junto con Ribes y Sánchez (1990), al punto de vista de los autores (ver por ejemplo, Mischel, 1968) que, sin prejuicio para con el trabajo científico, distinguen los procesos que son comunes a todos los individuos, y que por tanto se rigen por leyes generales, de la individualidad que resulta de dichos procesos.
 
 

Referencias



 
 
 
 

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    Dirección del primer autor

    Eduardo Doval Diéguez

    Area de Metodologia de les Ciències del Comportament

    Facultat de Psicologia

    Universitat Autònoma de Barcelona

    08193, Bellaterra (Barcelona), Spain

    E-mail: Eduardo.doval@cc.uab.es
     
     


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