Vol. 2 No. 1
Febrero de 1999


La Función Paterna en la Clínica Psicoanalítica

Blanca Aranda Boyzo*, Francisco Ochoa Bautista**, Irene Aguado Herrera***, Laura Palomino Garibay****.
 
 

RESUMEN

La función paterna en la clínica psicoanalítica constituye un epicentro crucial en la estructuración psíquica del sujeto, puesto que esta función es la que permite vehiculizar al significante fálico que es lo que separa a la madre del hijo, introduciéndose de esta manera la castración, y colocando así al sujeto en una posición de falta.

La función paterna posibilita esa condición de falta en la existencia del sujeto, abriendo un vacío que no puede ser colmado. Esta falta posibilita el deseo, y la demanda, siempre metonímica e inagotable, pues remite a la carencia generada siempre por la castración.

La función del padre simbólico como soporte de la ley al prohibir el incesto, posibilita el ingreso del sujeto al orden de la cultura y accediendo el niño a la metáfora paterna se instala en el orden simbólico

DESCRIPTORES: Función paterna, estructura psiquica, sujeto, deseo.
 
 



ABSTRAC.

The father function in the psycoanalityc clinic is a crucial epicenter in the development of the psychological structur of the subjet, since this function allowos the transmition of the falie significant, wich in turn, separates mother and son, inserting in this way the castration and placing the subjet in a lacck position.

Father’s function makes possible such lack condition in the subjectis existence, opening a ........ that can’not be fulfilled. This lack makes possible the desire and the request, allways motinimical ans endless, since it remits the lackness allways generated by the castration.

The symbolic father’s function as supporrt for the law furbiding the incest, allwas the subjectis entrance to the cultural order and giving acces to the boy into the fathers metapho he put’s himself in the symbolic order.

Key words. Fathers’ function, psychic sstructurem subject desire.
 
 
 
 
 
 

* Profesor Asignatura Psicología Social Aplicada UNAM Campus Iztacala.
** Profesor Asociado "B" T.C. Psicología Social Teórica. UNAM Campus Iztacala.
*** Profesor Asociado "B" T.C. Psicología Social Teórica. UNAM Campus Iztacala E-mail aguado@tlali unam.mx.
**** Profesor Asociado "B" T.C. Psicología Social Aplicada. UNAM Campus Iztacala.
 
 
 
 

En la práctica clínica psicoanalítica la función del padre constituye un epicentro crucial en la estructuración psíquica del sujeto, puesto que esta función es la que permite vehiculizar al significante fálico que es lo que separa a la madre del hijo, introduciendose de esta manera la castración, y colocando así al sujeto en una posición de falta, siendo esta falta fundamental para el surgimiento del deseo en el sujeto. Por lo que al abordar la práctica clínica psicoanalítica no puede dejarse de lado a la función paterna.

En el presente trabajo se analiza la función del padre en el caso de Juanito desde la concepción de Freud, y la relectura que hace Lacan en el seminario de la relación de objeto.
 
 

Parte I

En el seminario sobre la relación de objeto, Lacan inicia destacando que toda la obra de Freud se puede leer alrededor de un eje central, la función del padre: "... a través de sus sueños y el progreso de su pensamiento, todo lo que ahora sabemos de su vida, de sus costumbres, incluso de sus actitudes en su familia, contada por el señor Jones de una forma más o menos completa, pero cierta - toda ella se resume a ésto - ¿ Qué es ser un padre? "(Lacan, 1995, p 206). La magnitud de la pregunta nos interroga por ese significante fundamental, que nos hace deudores con nuestros padres y nos lanza a la vez a esa aventura de la paternidad. Y aún en el caso de ya ser padres -no se puede cantar victoria- pues la acción concreta, no significa haber accedido a esa posición paterna.

En Freud ¿cómo aparece la figura paterna? es una pregunta que adquiere diferente significado a partir del momento teórico - sin pretender profundizar en el tema - podemos destacar su primer encuentro con ese adulto seductor que introduce violentamente a la sexualidad a la niña y ese papel generalmente corresponde al padre.

Las famosas palabras "ya no creo en mis neuróticas ", parecen dar al traste con la teoría de la seducción sostenida en ese momento y con ello el difícil reconocimiento de aquellas historias de seducción infantil como acontecimientos reales. Desde luego el pensamiento freudiano tendrá que sufrir otras rupturas como lo es el reconocimiento de que tantos padres no pudieron haber seducido a tantas hijas, que en el mundo psíquico no es posible establecer una distinción entre realidad y fantasía, que no es posible llegar al evento traumático entre otras cosas,

No fue sino después, del principio de su propio "autoanálisis" cuando descubrió las causas oscuras de su propia incredulidad; la seducción del hijo que atribuía al padre (al suyo propio) en realidad disfrazaba los deseos incestuosos del hijo (también de él mismo ). Esto marca un giro radical en la cuestión teórica, pues en primer lugar exime de cualquier responsabilidad de seducción a su padre, ayudándolo a convencerse a él mismo de que la teoría de la seducción era insostenible. Freud descubrió en cambio; recuerdos, episodios sexuales menos dramáticos, que involucraban a la mujer que había sido su niñera. No da muchos detalles acerca de esos episodios, pero declara " ella era mi maestra en cosas sexuales".

Sin embargo, las experiencias con su niñera no podían explicar los sentimientos hostiles en contra de su padre, y no podían descubrir el origen de tales sentimientos. Dentro de las múltiples asociaciones realizadas, Freud mismo atribuye un lugar especial al hecho de haber visto desnuda a la madre a la edad aproximada de dos años. Ante el vacío de cualquier otra explicación, llegó a la conclusión de que este hecho debe haber servido para suscitar impulsos sexuales y generar los celos contra el padre. Por tanto, a Freud ésto lo hacía suponer que la atracción sexual infantil por la propia madre y los celos contra el padre probablemente constituyen un fenómeno universal: "también en mí comprobé el amor por la madre y celos contra el padre, al punto que los considero ahora como un fenómeno general de temprana infancia (...) Sí es así, se comprende perfectamente el apasionante hechizo del edipo rey, a pesar de todas las objeciones radicales contra la idea del destino inexorable que el asunto presupone... Cada uno de los espectadores fue una vez, en germen y en su fantasía, un edipo semejante, y ante la realización onírica trasladada aquí a la realidad todos retrocedemos horrorizados, dominados por el pleno impacto de toda la represión que separa nuestro estado infantil de nuestro estado actual" (Freud, 1985, p. 3584)

Al reconocer los impulsos edípicos como un fenómeno universal y al desplazar el acento de las seducciones vivenciales sexuales, marcan otro cambio. Pues Freud ahora sugiere que la patogénesis de las psiconeurosis entraña una interacción entre las experiencias sexuales y los impulsos sexuales. El descubrimiento del mito edípico no se convierte todavía en una categoría fundamental, es decir, estructurante de la identidad sexual del sujeto, sino como algo que sucede desde el sujeto y se proyecta hacia los padres. Tendremos que esperar hasta 1905 cuando Freud asiente en Tres ensayos sobre una teoría sexual, dos premisas fundamentales para el complejo de edipo: a) la existencia de la sexualidad infantil; b) un nuevo concepto de sexualidad, más allá de la genitalidad.

En este estudio Freud se sirve de los prejuicios de la época sobre las perversiones, para sí cuestionarse sobre la pretendida armonía entre sexo biológico y objeto sexual. En este marco surge otro concepto clave: el término "pulsión", eso que empuja a la satisfacción pero sin tener una meta preestablecida - no hay una relación de determinación entre la pulsión y su objeto-, la pulsión no tiene un objeto dado naturalmente. Esto desde luego abre un nuevo horizonte sobre el problema de la sexualidad: ¿cómo se asume la identidad sexual? sino hay nada instintivo. Si la identidad sexual es algo que el sujeto debe asumir ¿cómo sucede?.

Aunque la respuesta de Freud tendrá que esperar otras teorizaciones como son; Psicología de las masas, Tótem y tabú y El problema de la feminidad, poco a poco se va perfilando la idea de que el "complejo de edipo es la clave de las neurosis ".

La estructuración de la sexualidad, desde la concepción freudiana, pasa por diferentes formas de organización, pero un punto central para la constitución de la misma tiene que ver con el complejo de castración, es decir, el paso por el edipo. En el momento del análisis del caso Juanito, Freud parece apegarse a una noción de edipo simple: para el niño significa amor hacia la madre y odio hacia el padre, pero el asunto no es tan simple. El niño parte de la teoría sexual sobre la universalidad del pene, pero luego bajo el efecto combinado de la amenaza de castración proferida generalmente por el padre, aunada al hecho de la angustia provocada por la percepción del cuerpo femenino privado de pene; son interpretados como consecuencia de la castración. El eje a partir del cual el edipo masculino se organiza, culmina y se desanuda es la angustia; la angustia de castración, miedo es ser privado de esa parte del cuerpo que considera de gran estima, el pene. Esto marca la prohibición de la madre, y con ello la promesa de poder acceder a otras mujeres.

En síntesis la conjunción de la percepción de la castración de la madre y la amenaza de castración son los elementos que licitan la angustia. Y aunque la amenaza puede ser proferida por la madre, como el caso de Juanito, su ejecución generalmente recae en el padre; he aquí la función paterna.
 
 

Parte II

La mirada lacaniana conceptualiza la función paterna desde otros órdenes de registro, pues en primer lugar descentra la función paterna con respecto a la materna. Además de ello señala el papel mediador que la madre tiene con respecto al vínculo entre la función materna y el hijo, así como su acción radicalmente diferenciadora en relación previa, dual, especular.

Sus consideraciones le adjudican también a la madre una función como estructurante del deseo del niño, pero esta estructuración sólo puede considerarse en función de la doble prohibición paterna. Con ello el padre introduce la ley en el vínculo previo, que determina una ruptura y un reordenamiento. El niño y la madre deben reconocer que el deseo es imposible de colmar con objeto alguno, que la ilusión de llenar la falta es imposible de alcanzar. Recordemos que el niño desea ser todo para la madre, el complemento de su carencia, es el deseo del deseo de la madre y para satisfacerla se identifica en el lugar del falo.

La función paterna, desde la óptica de Lacan, sólo adquiere tal dimensión en la medida en que la metáfora paterna logra reprimir el deseo materno; en tanto ella acepta la prohibición del incesto. Así se prepara la declinación del edipo, en la medida en que el niño acepta la castración simbólica que efectúa el padre al separarlo de la madre, como no siendo el falo.

La función paterna posibilita esa condición de falta en la existencia del sujeto, abriendo un vacío que no puede ser colmado. Esta falta posibilita el deseo, la demanda, siempre metonímica, inagotable pues remite a la carencia generada siempre por la castración.

La función del padre simbólico como soporte de la ley al prohibir el incesto, posibilita el ingreso del sujeto al orden de la cultura y accediendo el niño a la metáfora paterna se instala en el orden simbólico. Al darle un nombre propio, lo sitúa como integrante respecto a un linaje de generación.

Sin embargo, estamos hablando de un ideal, un paradigma de lo que debería ser el complejo de edipo y la función paterna, pero tal función siempre falla, siempre hay un reducto de goce que no puede simbolizarse. En este sentido podemos decir que ningún padre esta a la altura: " El único que podría responder absolutamente de la función de padre como padre simbólico, sería alguien que pudiera decir como Dios del monoteísmo-- yo soy el que soy--. Pero esta frase que encontramos en el texto sagrado no puede pronunciarla nadie literalmente" (Lacan, op cit. p212). Si tales son los zapatos ¿ no le estaremos exigiendo demasiado al pobre padre de Juanito?

Parte III

¿Qué se está jugando en el caso de Juanito? La pregunta es fundamental porque no sólo estamos frente a la estructuración de la sexualidad, la sexualidad no forma una entidad autónoma, sino por el contrario el asunto va más allá, pues en la sexualidad el sujeto se juega con su subjetividad, y en el caso de Juanito estamos frente a un punto crucial. Estamos en presencia de un momento de constitución que determinará la posición subjetiva de Juanito: neurosis o perversión.

Por otro lado, la obra Freudiana se encuentra en un momento teórico importante, la formulación de Tres Ensayos sobre una Teoría Sexual, ha puesto en la mesa de discusión el problema de la estructuración psíquica, entrelazado con tres hipótesis fundamentales: 1) "Sobre las teorías sexuales infantiles, como es la fertilización a través de la boca, el nacimiento a través del ano, el carácter sádico del coito entre los padres, y la atribución a todos los seres humanos, aún a las mujeres de un pene. Esto a su vez implica interrogantes existenciales, pues el niño se pregunta sobre el origen de los hijos y la diferencia de los sexos; b) Esta concepción suponía una ampliación considerable de la noción misma de sexualidad, ya no haciéndola depender exclusivamente de los órganos genitales. De ahí la idea de una sexualidad perversa polimorfa subyacente en el niño; 3) El complejo de edipo; la premisa universal del falo y con ello el complejo de castración.

Freud se encuentra la imperiosa necesidad de dar un fundamento a las hipótesis propuestas en tres ensayos, de ahí la insistencia a sus discípulos de compilar observaciones sobre la vida sexual de los niños. No obstante la pregunta sobre el sustento parece mantenerse en pie: "Será acaso imposible averiguar inmediatamente en el niño, en toda su frescura vital, aquellas mociones sexuales y formaciones de deseo que en el adulto exhumamos con tanto trabajo de sus enterramientos, y acerca de las cuales, además, aseveramos que son patrimonio constitucional común a todos los seres humanos y en el neurótico no hacen sino mostrarse reforzados y deformados?" (Freud, 1976, p,7-8). Es así como llega a manos de Freud el caso de Juanito.

Los padres de Juanito son quienes presentan el caso, y a su vez se cuentan entre los discípulos de Freud, este hecho vicia la lectura (o mejor dicho, impone un cierto esquema ), es muy claro en el historial algunas puntualizaciones que hace Freud respecto al padre: " Me veo precisado a intercalar aquí algunas palabras. El padre pregunta demasiado y explora siguiendo sus propios designios, en vez de dejar exteriorizarse al niño mismo" (Freud, op cit. p 24). Algunas de estos señalamientos son igualmente válidos para Freud, sus concepciones lo hacen prejuzgar, su intencionalidad vicia su pensamiento por la preocupación de confirmar la sexualidad infantil, y el complejo de castración.

Así por ejemplo a Juanito lo aqueja una fobia, principalmente los caballos, aquí cabe una pregunta; ¿a quién representa el caballo? Para Freud el caballo es una representación del padre castrador: " él sentía angustia ante el padre a causa de sus deseos celosos y hostiles contra éste. Con ello le había interpretado parcialmente la angustia frente a los caballos; el padre debía de ser el caballo a quien, con buen fundamento interior le tenía miedo. Ciertos detalles, lo negro en la boca y lo que lleva antes de los ojos (bigote y gafas como privilegios del varón adulto) por los cuales Hans [Juanito] exteriorizaba angustia, me parecieron directamente trasladados del padre al caballo "(Freud, op cit p.100). La interpretación de Freud es sencilla; el complejo de edipo simple. El objeto fóbico, el caballo, simboliza al padre, es decir que el niño toma del caballo ciertas propiedades: el bigote, el tamaño, etc. El miedo a ser mordido es el miedo a la figura castradora del padre

Existe la posibilidad de otra interpretación el caballo no es el padre sino la madre, esta interpretación no puede ser tan descabellada. Hay muchos argumentos para pensarlo así: Juanito decía que la madre tenía un hace-pipí grande como el del caballo, aquí podemos pensar una madre devoradora muy a la manera kleiniana. Aunque en Freud por un pequeño momento lo afirma: " Así, se creería, el caballo es sólo un sustituto de la mamá"

Pero la interpretación Lacaniana discrepa de la interpretación Freudiana, y una de las razones la podemos encontrar en la manera de trabajar al síntoma. Desde nuestro punto de vista se abren dos posibilidades; la primera la denominaremos síntoma-significación, es decir, al síntoma se le intenta imponer un sentido –revelar su significado oculto—pero tal camino sólo puede conducir a un mayor desconocimiento sobre su deseo, pues siempre espera de un gran Otro esa respuesta que lo signifique, ésta fue una tentación que no dejo de estar presente en los inicios de la obra de Freud.

La segunda la denominaremos síntoma-significante, aquí el síntoma no tiene un sentido previo, sino el respeto de la regla básica conduce a descongelar a través de las asociaciones una interrogante que está más allá del síntoma ¿cuál es el deseo del sujeto?

Estas dos forma de interpretar en Freud nos abren a su vez diferentes horizontes y confrontan a Freud con Freud o Freud matizado por Lacan. Desde la concepción del síntoma-significación cabe la pregunta ¿quién es el caballo? pero la misma nos conduce a un callejón sin salida, pues si intentamos descubrir quién es el caballo la cadena de sustituciones posibles se torna interminable. Lo primero es que el objeto fóbico tiene múltiples caras. Tiende, mediante una especie de difusión, a pluralizarse siguiendo, podríamos decir, las líneas de una inducción significante, también podríamos decir simbólica, ya que entendemos lo simbólico en función del significante. Al lugar del caballo puede advenir casi cualquier persona. Y en ese mismo sentido se desplaza el objeto fóbico, pues no solamente es el caballo, sino que son caballos con carros; son también ciertas posiciones del caballo, el caballo cuando da vueltas, el caballo caído en el suelo. esta el miedo a que los caballos se caigan, a los caballos blancos, pero también a los carros, el aspecto metonímico del síntoma también es notorio. Pensando de este modo no es tan importante qué personaje es el caballo, sino la función del "caballo" como un significante que adquiere sentido en función de la cadena discursiva, sin lograr convertirse en una metáfora, o mejor dicho, es una metáfora fallida.

Y es que desde la concepción de Lacan de los tres registros, podemos ubicar que la personificación del caballo, corre más por el registro de lo imaginario. Muy diferente sería pensar el síntoma fóbico como una falla de lo simbólico. El síntoma en sí mismo aparece como una respuesta a esa falla, respuesta que es un remiendo " un parche" para suplir a la función simbólica claudicante. Y es que Juanito se encuentra atrapado en las redes maternas, ser devorado por la madre, cubrir esa falta en mamá: es decir ser falo, "una trampa que hasta antes había sido el paraíso". Pero el asunto es un poco más siniestro:

"Hans: << Pero si nunca te lo he visto cuando te desvestías>

Otra vez tenso, ve cómo su madre se desviste para meterse a la cama. Ella pregunta: <<Pues ¿por qué me miras así? >>

Hans: <<sólo para ver si tú también tienes un hace-pipí >>

Mamá: << naturalmente. ¿ No lo sabías ?

Hans: << No; pensé que como eres tan grande tendrías una hace-pipí como el del caballo>>" (Freud op cit p. 10)

La madre de Juanito, no sólo seduce a Juanito, sino que niega su castración, para que se produzca un hecho de esta índole es indudable que existe algún problema con respecto al padre. Algo en el padre desfallece o por lo menos no anda bien. En la medida en que el padre no logra convocar la castración de la madre. La madre no puede mirar hacia otro lado--no puede mirar con deseo al padre-- su deseo parece agotarse en el hijo.

Lacan en el seminario de Las formaciones del inconsciente comenta: "recordemos al padre de Hans: presente, inteligente, amable y no obstante totalmente inoperante porque su palabra, ante la madre carece de valor. La posición del padre es cuestionada entonces, y esto es en definitiva lo que sujeta a Hans al deseo de la madre" (Lacan 1970 p 87).

En este marco, se puede pensar nuevamente la fobia al "caballo" como un grito de auxilio, una llamada al padre, si el padre no es capaz de establecer la ley - no lo castra- Juanito se inventa un caballo terrible. Y es que el padre de Juanito como aparece en algunos sueños se encuentra colocado al mismo nivel: " He estado contigo en Shonbrunn junto a los carneros, y entonces nos colocamos por debajo de la cuerda, y le hemos dicho eso al guardián a la entrada del jardín, y él nos ha atrapado" (Freud, 1976. p 54). En este caso la fobia actúa como una metáfora del síntoma supliendo significativamente la metáfora paterna fallida. Allí aparece la metáfora sintomática. Aparece para suplir lo que ha fallado. Pero destaquemos, lo que le sucede a Juanito es a fin y al cabo una metáfora. Si tal es el sentido del síntoma, la idea de erradicar al mismo sólo por su apariencia como patógeno, se encuentra fuera de lugar, y en su lugar el síntoma adquiere un sentido positivo. La fobia como un organizador del mundo simbólico (en debacle) del niño, como un significante princeps (caballo en este caso), que la hace funcionar como la "placa giratoria" punto eje a partir del cual Juanito tratará de reconstruir su mundo.

Así pues el padre de Juanito pese a su presencia, a su formación en psicoanálisis, no asegura que pueda convocar a la función paterna. Y es que el problema no tiene que ver con cualidades, o con ciertas poses del padre, ni tampoco tiene que ver con la fortaleza o la debilidad en el actuar cotidiano, en este sentido podemos decir: " El padre real [...] por muy sostenido y respaldado que esté por el padre simbólico, participa en todo ésto como un pobre hombre" (Lacan op. cit. p 232).

Esto es lo imposible del quehacer psicoanalítico, no hay recetas, ni conjuros, en cuanto a cómo poder convocar a ese padre simbólico que posibilita la metáfora paterna. En psicoanálisis el tiempo parece estar cambiado, pues sólo podemos saber por resignificación, la operancia o la inoperancia de tal función. No en vano Lacan afirma: "El padre simbólico es impensable, hablando con propiedad"

En el caso Juanito, nos encontramos con una función paterna más del orden imaginario, de ese padre que Juanito coloca más en el orden de la rivalidad, y de la identificación. Las carencias del padre real no pueden ser subsanadas, en tanto no haya padre simbólico que vehiculize la castración. Cuando ha habido fallas en la elaboración de la simbolización esta función sé imaginariza continuamente (sea en las fantasías, sueños o ciertas acciones) todas nos hablan de una idea de corte más o menos desfigurada, formas de suplencia frente a esa no-castración. Si no hay castración simbólica en el caso de Juanito de ¿qué tipo de castración estamos hablando?

¿ Tampoco podemos decir que está forcluida? ¿Podemos hablar castración imaginaria pero al fin castración? o ¿ Castración simbólica un tanto fallida? Tendemos a pensar más en una castración fallida en Juanito. Tal posibilidad se abre en la medida, en que Juanito cae de ser el falo de la madre, esto sucede particularmente cuando nace la hermana; tal acontecimiento posibilita que la madre mire hacia otro lado. Si a Juanito lo ponemos en el orden de las neurosis -- lo cual ya es ganancia-- se asegura un cierto tipo de castración y un cierto tipo de resolución del edipo; ¿Juanito resolvió su edipo?

Desde la perspectiva de Freud el caso Juanito --aún para la sorpresa de él mismo -- concluye con un cierto éxito, no en vano Freud narra al final del caso, que catorce años más tarde, recibió una gran satisfacción con la visita del pequeño Juanito, convertido en un joven y comprometido en casamiento. Sin embargo habría qué preguntarse ¿si aunque para Juanito todo termina bien, para Freud también y para sus padres de igual modo?, ¿para el psicoanálisis todo termina bien? No creemos que del todo, pues en la medida en que Juanito progresa y parece empezar a salir de la fobia, surge en cambio otra fantasía donde el padre está mejor ubicado en la estructura; es una fantasía final, que casi concuerda con el momento de la curación, en la que el padre se casa con la abuela, mientras que Juanito se casa con la madre, esto indudablemente le restituye un lugar y una distancia en la línea generacional. Sin embargo se preserva la relación narcisista-fálica con la madre. Propiamente hablado podemos decir que en el caso de Juanito, se abre la siguiente hipótesis: no hay resolución edípica, y sólo ha habido resolución de los síntomas.

Concluimos el trabajo con una cita sobre Juanito de Lacan: " Si seguramente tendrá toda la apariencia de un heterosexual normal. Sin embargo, el camino que habrá recorrido en el edipo para llegar hasta ahí es un camino atípico, vinculado con la carencia del padre." (Lacan, op cit, p. 388). Esto desde luego nos hace preguntarnos: si Juanito tiene la apariencia de heterosexual podrá ¿asumir subjetivamente la sexualidad masculina? ¿ Podrá Juanito asumirse en la función paterna?.
 
 
 
 

Bibliografía:
 
 

Freud S. (1950) Cartas a W. Fliess en E. Kriss. Los Origenes del Psicoanálisis. En Freud, S.(1981) Obras Completas. Tomo III. Madrid. Biblioteca Nueva.
 
 

Freud, S. "Análisis de la Fobia de un Niño de Cinco Años" en Obras Completas de Freud, S, Buenos Aires, Ed. Amorrortu 1976 p. 7-8.
 
 

Lacan J. (1970) Las formaciones del Inconsciente. Buenos Aires: Nueva Visión.
 
 

Lacan J. (1995) Seminario: La Relación de Objeto. Barcelona: Paidós .
 
 



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