Universidad Nacional Autónoma de México Campus Iztacala
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Revista Electrónica de Psicología Iztacala
Vol. 5 No. 1
abril de 2002


 
 

Estructura de sistemas familiares de madres solteras con hijos pequeños y su relación con el ejercicio de poder de la mujer.
Rocío Soria Trujano, Verónica Zozaya López y Maribel Mendoza García
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Facultad de Estudios Superiores Iztacala



 
 
 
 
 
 
 

RESUMEN
Tradicionalmente bajo el sistema patriarcal, a través de mitos, costumbres, leyes, educación y la maternidad, se han determinado las funciones que puede desempeñar la mujer, quien ha sido subordinada al hombre. Sin embargo, hoy en día algunas mujeres han transformado su función social, logrando introducirse a ámbitos que antes eran exclusivos del hombre y han podido ejercer poder. En la literatura se menciona que un factor que posibilita que la mujer ejerza poder a nivel familiar es el hecho de que trabaje fuera del hogar. Así, el objetivo del presente estudio fue analizar la estructura de sistemas familiares de madres solteras, de clase media, en la etapa del ciclo vital de hijos pequeños (0-6 años de edad) en los cuales la madre trabaja y mantiene a la familia, y su relación con el empoderamiento de estas mujeres. El estudio se fundamentó en la perspectiva de género y en el Modelo Estructural de Terapia Familiar Sistémica. Se trabajó con 25 familias para analizar sus patrones de interacción, haciendo hincapié en las relaciones de poder. Los datos indicaron que muchas de las mujeres de la muestra viven con su familia de origen, juegan el papel de hijas de familia, fungen como hermanas de sus hijos a quienes educan con base en la diferenciación de géneros, y el padre-abuelo es el miembro jerarca. Se puede decir que el hecho de que las mujeres de la muestra trabajen fuera del hogar no posibilitó su ejercicio de poder a nivel familiar.
Descriptores: Empoderamiento, Perspectiva de género, Modelo Estructural Sistémico.
 
 
ABSTRACT
Traditionally, the patriarchal system has defined the funtions that a woman, who has been subordinated to man, can perform trough myths, habits, laws, education and motherhood. However, nowadays some women have transformed their social function introducing themeselves in environments commonly restricted to men acquiring a new power. In literature it's mentioned that a factor that easies woman exercising power at family level is the fact that she is inserted in the work field. Thus, the objetive of the present study was to analyse the structure of single mothers' family systems, with small children (0-6 years old) in which the mother works and she supports the family, and its relationship with the woman's empowerment. The study was based in the Systemic Structural Model and in the Gender Perspective. The analysis was done with 25 families to observe their interaction patterns, emphasizing the power relationships. The data indicated that many women of the sample live with their original family. They play the role of family daughters, and sisters of their own children, to whom they educate based in the differentiation of genders, and the father-grandfather is the hierarch. To work outside home didn't ease the exercise of power to family level.
Keywords: Empowerment, Gender Perspective, Systemic Structural Model.

 
 
INTRODUCCIÓN
El papel de subordinación que ha venido desempeñando la mujer empieza a cambiar en la actualidad debido a la participación activa de algunas mujeres que luchan por su autonomía, independencia y desarrollo personal en contextos tales como el educativo y el laboral, donde parcialmente se han liberado de la opresión masculina.
Muchas mujeres comienzan a interesarse por ser más que sólo amas de casa e intentan combinar su papel dentro de la familia con la búsqueda de una nueva actividad que les aporte beneficios económicos además de que les permita mejorar su autoestima. Para lograr esta independencia han enfrentado obstáculos en el ámbito familiar, por ejemplo, donde predominan las relaciones patriarcales. Algunas mujeres han propuesto que tanto los hombres como las mujeres no solamente deben de contar con los mismos derechos sino también con las mismas obligaciones, responsabilidades y habilidades para desarrollarse socialmente.
El movimiento feminista anglosajón propuso la categoría de género con la finalidad de hacer una diferencia entre las construcciones sociales y culturales de la biología. Los antecedentes de la categoría de género se encuentran en Simone de Beauvoir quien plantea que las características humanas consideradas como "femeninas" son adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y social, en vez de derivarse "naturalmente" de su sexo (Lamas, 1996).
Fue en la década de los años 70 del siglo XX que dicha categoría se convirtió en uno de los cimientos conceptuales de los argumentos políticos de las feministas.
Dorantes (citada en Arredondo, 1997) menciona que el género se podría definir a partir de una simbolización o significación social o cultural en donde la sociedad determinada históricamente se construye y fabrica la idea de lo que deben de ser las conductas masculina y femenina.
Por su parte, Fernández (1998) indica que el género es un "conjunto de valores y creencias, normas y prácticas, símbolos y representaciones acerca de la manera en que se comportan hombres y mujeres a partir de su diferencia sexual, con significados sociales, psicológicos y culturales" (p. 83).
Se puede decir entonces que la categoría género es una construcción social cultural e histórica en las sociedades, con respecto a cómo deben de comportarse una mujer y un hombre. Así, el sexo se refiere a lo biológico, a los rasgos anatómicos funcionales para la actividad reproductora, en cambio género se refiere a la cultura, a todas esas creencias, ideas, costumbres, que se le asignan a un cuerpo sexuado.
Con base en la perspectiva de género se trata de explicar que las diferencias entre hombre y mujer no se determinan en función del sexo sino del género ya que, como menciona Stoller (citada en Lamas, 1986) lo que determina la identidad y el comportamiento de género no es el sexo sino el hecho de haber vivido las experiencias, ritos y costumbres atribuidos a cierto género, y concluye que la asignación y adquisición de una identidad es más importante que la carga genética.
Desde la perspectiva de género se pretenden modificaciones sociales que permitan establecer alternativas de cambio desde la organización económica y política hasta lo doméstico, lo personal, para que pueda haber igualdad entre hombres y mujeres. Estos cambios requieren de la concientización de la mujer con respecto a su papel a lo largo de la historia.
Michael (1983) señala algunos aspectos a considerar para que los cambios deseados se den:
-Aclarar que las diferencias entre hombres y mujeres no provienen de la naturaleza, sino de la distinta educación que se le da a cada sexo, y que el acceso de las mujeres a la instrucción debe prepararlas para asumir las funciones prohibidas para ellas por la sociedad
-El rechazo de la doble moral sexual
-La liberación de las mujeres sólo puede ser obra de mujeres
-La lucha por el principio "a todo trabajo igual, salario igual"
-La lucha contra la represión sexual y contra la violencia hacia las mujeres
La lucha por la igualdad entre hombres y mujeres no es un tema reciente; se ha logrado que la mujer obtenga derechos que anteriormente no se le otorgaban. No obstante, no se han podido erradicar por completo creencias que colocan a la mujer en un segundo plano, creencias cuya principal fuente de transmisión es la familia.
Guerra (1996) opina que la familia "Es un sistema cuya finalidad es transmitir pautas de civilización de una generación a otra. Para ello desempeña una función biológica de protección, crianza y reproducción, a la vez que realiza una función psicológica de construcción de identidades, papeles y adaptación social" (p. 63).
La familia crea normas dentro de las relaciones familiares, de esta manera a cada individuo desde que nace se le va creando una conciencia de acuerdo a su sexo; es decir, se va pensando en el trato que se le debe de dar, la forma en la que se tiene que vestir, las actitudes que debe de tener, todo ello dependiendo de su sexo.
El padre es reconocido como la principal fuente de ingresos económicos y de autoridad, como jefe dentro de la casa. De acuerdo a Esteinou (1996) "Durante el período de expansión del estado benefactor se forma una imagen participativa de la familia, ya que el padre se incorpora al mercado de trabajo y la madre se encarga del cuidado de los hijos, es decir, hay una división rígida de los papeles sociales" (p, 98).
La familia entonces transmite prácticas y discursos. A lo largo de la infancia el niño y la niña se van creando una identidad que les inculca su familia de origen. Sin embargo, Chapp y Palermo (1994) mencionan que las internalizaciones que el individuo va haciendo puede confrontarlas durante su adolescencia a partir de elementos surgidos en socializaciones posteriores.
Aunque la mujer ha estado bajo el poder del hombre, hoy en día este tipo de relación ha empezado a cambiar. Cabe aclarar que esto no ha sido una tarea fácil pues los hombres se resisten al cambio y también algunas mujeres buscan mantener el papel femenino tradicional. A pesar de ello, algunas otras han empezado a vencer dichos obstáculos y a ganar autonomía, se comienzan a empoderar.
Stromquist (1997) indica que el empoderamiento es un proceso para cambiar la distribución del poder, tanto en las relaciones interpersonales como en las instituciones de la sociedad.
Por otro lado, León (1997) habla de empoderamiento afirmando que "los procesos de empoderamiento son para las mujeres un desafío a la ideología patriarcal con miras a transformar las estructuras que refuerzan la discriminación de género. Se busca que las mujeres reconozcan que hay una ideología que legitima la dominación masculina y que entiendan que esta ideología perpetúa la discriminación. Si la subordinación ha sido vista por la ideología patriarcal como natural, es difícil que el cambio parta. En ese sentido, el empoderamiento crea conciencia y significa que las mujeres deben modificar la imagen de sí mismas y las creencias de sus derechos y capacidades y desafíen los sentidos de inferioridad" (pp. 20-21).
Como se puede observar el término empoderamiento tiene como idea básica que se luche porque los grupos oprimidos, en especial las mujeres, tengan los mismos derechos y obligaciones que todas las demás personas que ahora ostentan el poder y que no se les vea como subordinadas. Para ello tienen que tomar parte activa en este cambio.
Stromquist (1997) argumenta que el empoderamiento implica los componentes cognoscitivo, psicológico, económico, y político. El cognoscitivo se refiere a la comprensión por parte de las mujeres, de las condiciones y causas de su subordinación; el psicológico está relacionado con la autoestima de las mujeres; el componente económico hace referencia a la capacidad de las mujeres de participar en algún tipo de actividad productiva que les ofrezca independencia económica; el componente político supone la habilidad para analizar el medio circundante en términos políticos y sociales, implica la habilidad para organizar y movilizar cambios sociales.
El proceso de empoderamiento de las mujeres tiene que desarrollar una nueva concepción de poder que asume formas de democracia y poder compartido. De esta manera el hombre debe de aceptar el cambio no como una pérdida de poder, sino como una liberación de la estructura social patriarcal (Batliwala, 1997).
El término empoderamiento hace referencia entonces al derecho de las mujeres para ejercer su capacidad de poder; a nivel familiar este empoderamiento se refleja al defender sus derechos con respecto a reproducción y crianza; en cuanto a toma de decisiones en el hogar, en la educación de los hijos e hijas, y en la organización de la vida personal.
Actualmente muchas mujeres se han insertado al campo laboral, reciben un salario y aportan dinero para la manutención de la familia, esto debido a la situación económica del país, lo que reduce la posibilidad de que sea el padre de familia quien, por sí solo, sea el único proveedor, y también debido a que algunas mujeres desean desarrollarse profesionalmente.
Hay procesos macrosociales que han tenido que ver con cambios y valores observados por ejemplo a través del incremento de la población femenina en el campo laboral y en las universidades. Las mujeres que trabajan comienzan a tener actitudes y valores menos tradicionales que las amas de casa pero aún persisten en algunas de ellas las ideas patriarcales (De Barbieri, 1990).
Algunas investigadoras concuerdan en que el trabajo asalariado ha permitido el empoderamiento de las mujeres al menos a nivel familiar (Beneria y Roldán, 1987; citadas en Stromquist, 1997; Rowlands, 1997; Schuler y Hachemi, citadas en Schuler, 1997; Soria, Montalvo y Díaz, 1997).
Stromquist (1997) concuerda con que el acceso a un ingreso proporciona la posibilidad de mayor autoridad en el hogar lo cual permite llevar a cabo negociaciones en las condiciones familiares; da un sentido de control sobre sus propias vidas a las mujeres, y mayor poder y control sobre los recursos al interior de la familia.
De acuerdo con Kannabiran (citada en Batliwala, 1997) "la familia es la última frontera de cambio en las relaciones de género . . . Uno sabe que el empoderamiento ha ocurrido cuando cruza el umbral del hogar" (p. 195).
Si se toma en cuenta que la familia es un ámbito en el cual, entre otros, se socializa al individuo, se puede entonces reconocer su importancia como medio que posibilite o no el proceso de empoderamiento de las mujeres. No se resta importancia al objetivo de organización de las mujeres para la transformación de estructuras a nivel social, lo que se intenta resaltar es el hecho de que el ámbito familiar en el cual se desarrolla principalmente la mayoría de las mujeres, bien pude ser el foco de inicio del proceso de empoderamiento de las mismas. Abordar el tema de empoderamiento en la mujer a nivel familiar implica adentrarse en el núcleo en el que modela a sus hijos e hijas la forma en que se podrán relacionar con los y las demás. De ahí el interés por realizar el presente estudio con el objetivo de analizar la estructura de sistemas familiares de madres solteras con hijos pequeños (0-6 años de edad), en los cuales ella trabajara y se encargara de la manutención de la familia, y su relación con el ejercicio de poder de estas mujeres.
El Modelo Estructural permite estudiar la forma en la que se organiza el sistema familiar. Este modelo surge en el campo de la Psicología, fue desarrollado a finales de la década de los años sesenta del siglo XX por Salvador Minuchin, como intento por explicar la relación entre el individuo y su contexto familiar. Se guía por algunos principios básicos:
-La familia es un sistema vivo y abierto y su totalidad la conforman las relaciones que establecen sus miembros entre sí
-La familia tiende al equilibrio (homeostasis) y al cambio (morfogénesis)
-El sistema familiar se autorregula
-El sistema familiar se relaciona con suprasistemas (familia de origen, familia extensa, etc.)
-La familia es un sistema en el que se pueden identificar subsistemas: individual, conyugal, parental, fraterno (Barker, 1983; Umbarger, 1987; Andolfi, 1989).
En el Modelo Estructural se considera a los miembros de la familia relacionándose de acuerdo a ciertas reglas que constituyen la estructura familiar.
Minuchin (1986) define la estructura familiar como "el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de la familia" (p.86). Señala que en la estructura se pueden identificar los límit4s que son las reglas que definen quiénes participan y de qué manera; la jerarquía tiene que ver con el ejercicio del poder; la centralidad hace referencia al miembro con base en el cual gira la mayoría de las interacciones familiares; la periferia se relaciona con el miembro que tiene la menor participación en la organización e interacción familiares; las alianzas son la unión de dos o más miembros de la familia para obtener beneficios sin dañar a otros; las coaliciones son la unión de dos o más miembros en contra de otro; los hijos parentales desempeñan un papel parental y por ello se les concede poder.
Los patrones de interacción pueden proveer información con respecto a la forma como se relacionan las mujeres de interés en el presente estudio, así como los demás miembros de la familia, para con ello analizar la "danza de la familia" en cuanto al ejercicio de poder de la mujer.
MÉTODO
Sujetos.-
Se trabajó con 25 familias de madres solteras con hijos pequeños, que residían en el Distrito Federal o en el Área Metropolitana. Estas mujeres no contaban con una pareja y trabajaban para mantener a sus hijos (as).
Escenario.-
Se entrevistó a cada familia en su hogar, en la guardería a la que acudían sus hijos (as), o en la casa de algún familiar de las mujeres de interés.
Instrumento.-
Se utilizó una Guía de Entrevista para Detectar la Estructura Familiar (Montalvo y Soria, 1997).
Procedimiento.-
Se entrevistó a cada familia con base en la Guía de Entrevista con el fin de detectar los patrones de interacción del sistema. Cada entrevista se audiograbó de manera que posteriormente fuese analizada por tres terapeutas familiares, requiriéndose un 80% mínimo de acuerdo entre ellos con respecto a la estructura familiar, para incluir dicha entrevista en el estudio. Se siguió la fórmula (Holl, 1971):
 
                                           ACUERDOS
__________________________________________________ x 100
                      ACUERDOS + DESACUERDOS
Cada entrevista tuvo una duración de aproximadamente 1.30 horas y durante la misma también se indagó sobre aspectos de la educación hacia los hijos (as) que pudiera evidenciar diferencias de género.
Análisis de datos.-
Los datos se analizaron con base en el programa estadístico SPSS con el fin de obtener la frecuencia de cada patrón de interacción estudiado.
RESULTADOS
Los datos indicaron que 21 (84%) de las madres solteras vivían con su familia de origen argumentando que no podían vivir solas con sus hijos (as) debido a la falta de una pareja que las apoyara en la educación de éstos.
Solamente 4 madres solteras (16%) habían superado la dependencia hacia su familia, vivían de manera independiente junto con sus hijos (as) y ejercían poder (ver gráfica # 1).
En 7 familias (28%) el padre-abuelo era el miembro jerarca; en 6 familias (24%) el padre-abuelo estaba ausente y por tanto la jerarca es la madre-abuela; en 5 familias (20%) ambos abuelos eran los que ejercían el poder; sólo en 4 casos (16%) la madre soltera ejercía el mayor poder familiar (no vivían con su familia de origen); en 1 familia (4%) la madre soltera había relegado el poder a uno de sus hermanos; y en 1 familia (4%) respectivamente, la madre soltera compartía el poder con su madre o hermana (ver gráfica # 2).
En 7 familias (28%) el padre y la madre de las mujeres de interés, así como uno de los hermanos de éstas, se unían para ofenderlas por ser solteras y no contar con una pareja que pudiera hacerse cargo de sus hijos (as) y fungir como autoridad para éstos. Dicha situación se presentó en 4 familias (16%) con coaliciones entre la madre-abuela y su hijo en contra de la madre soltera; en 1 familia (4%) las coaliciones en contra de la madre soltera se dieron entre el padre y la madre. En el resto de la muestra no se detectaron uniones contra la madre soltera (ver gráfica # 3).
En 23 casos (92%) no se detectó presencia de hijos (as) parentales debido a que la madre soltera tenía hijos pequeños y no sobrepasaban los 6 años de edad. En el resto de las familias (8%) el hermano de la madre soltera fungía como hijo parental y era quien ejercía el poder a nivel familiar (ver gráfica # 4).

 
 
 
 
Viven con familia de origen
84%
Viven independientes
16%

Gráfica # 1. Presenta los porcentajes de mares solteras que viven con su familia de 

origen, y de manera independiente.

 
 

Padre-abuelo

28%
Madre-abuela
24%
Ambos abuelos
20%
Madre soltera
16%
Hno. de madre soltera
4%
Madre soltera y Madre-abuela
4%
Madre soltera y su hna.
4%

 

Gráfica # 2. Presenta los porcentajes de familias en cuanto a los miembros que ejercen 

poder.
 
No hay coaliciones
52%
Abuelo-abuela y hno. vs madre soltera
28%
Abuela y su hijo vs madre soltera 
16%
Abuela y abuelo vs madre soltera
4%

 
 
 
 


 

Gráfica # 3. Presenta los porcentajes en cuanto a las coaliciones que se dan entre

algunos miembros de la familia en contra de la madre soltera.
No hay hijos parentales

 

92%
Hermano de la madre soltera
8%

 


Gráfica # 4. Presenta los porcentajes en cuanto a la presencia de hijos parentales

en las familias de las madres solteras.

 
 
 
 
 
 

CONCLUSIONES

 
El Modelo Estructural Sistémico fue una herramienta importante para analizar las interacciones familiares, las cuales pusieron de manifiesto el papel que juegan los miembros de la familia, específicamente la madre; haciendo hincapié en las relaciones de poder que se establecen. En el presente estudio se pudo observar que con base en las interacciones familiares predomina la autoridad masculina mientras que las mujeres de interés no ejercen poder.
Pudo notarse que muchas de las mujeres de la muestra no han deseado vivir solas con sus hijos (as), más bien, han preferido permanecer con su familia de origen argumentando que son mujeres que no cuentan con una pareja; es decir, con un hombre que las proteja y que represente autoridad ante los hijos (as). Ellas aparecieron entonces como hijas de familia bajo la tutela de su padre. Él es quien establece reglas, las hace obedecer, toma las decisiones y administra todos los ingresos económicos, incluyendo los que aportan las madres solteras. Esto trae como consecuencia que estas mujeres no ejerzan poder ante su descendencia y aparezcan como hermanas de sus propios hijos e hijas.
Las mujeres de la muestra a pesar de que trabajan fuera del hogar y mantienen a su familia no son figuras de poder en el ámbito familiar.
Por otro lado, los hijos e hijas de las madres solteras están siendo educados con base en una diferenciación de géneros lo cual implica que los niños comienzan a ser preparados para ejercer poder y las niñas para obedecer. En las familias estudiadas los hombres tienen mayor autoridad que las mujeres y éstas dudan de su capacidad para controlar a sus hijos (as) por sí solas. Además, cuando requieren apoyo familiar se denotó una marcada diferencia entre géneros pues las hermanas de las madres solteras apoyan a éstas en el cuidado de los hijos e hijas, en el cuidado de alguno de los miembros cuando está enfermo, y realizan tareas domésticas, mientras que los hermanos ayudan con aportaciones económicas en casos necesarios o bien, apoyan moralmente a la madre soltera representando respeto ante la sociedad. Además, en algunas de las familias estudiadas se reportaron conflictos debido al hecho de que las madres solteras no cuentan con un hombre que las apoye y funja como autoridad en el proceso educativo de los hijos e hijas.
Las mujeres de la muestra trabajan en el hogar como amas de casa, han criado a sus hijos (as) y cumplen con otra responsabilidad: trabajar también fuera del hogar. Aun así, no aceptan que cuentan con habilidades que culturalmente han sido reconocidas solamente del género masculino.
El empoderamiento de las mujeres a nivel familiar no es un proceso fácil; no obstante ello no significa que no haya posibilidad de cambio. El ámbito familiar es uno en el que se pueden transmitir patrones de interacción diferentes a los hijos e hijas y posibilitarse así el cambio social.
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