ACTO 1
1 Qué añoro. Dispersa piel de la idea. Polvareda la guerra de los huesos. Mi falla se consume en silencio. Quién se ha podido liberar de sí mismo. Cada cual lleva una naturaleza pegada en la espalda del infierno: Paraíso de seducción. Se calcina la sombra. La razón humana una manzana putrefacta. Quién se oculta en la pólvora que tira. Primer destrozo de la chispa. Luz no te pierdas en el ocaso del cuerpo. El universo de mi historia trae de retorno. Indago en mi infancia: una silueta me arrincona. Sufro soledad del soldado caído y abandonado por su batallón. La bayoneta punza el recuerdo. No estoy preparado para matar. Soy un desertor. Mi vida ha sido ráfagas de combates al viento. ¿Estoy envuelto en qué? La narración da un paso que no precisa. ¿Cómo poder anticipar mi pisada y no hundirme dentro de mí? Intento atar la furia que me somete al diluvio y a la oscuridad. Anhelo calma como caricia de recién nacido tanteando sin saber el temor. La mirada cerca de él cercena. La oración y los hechos de los apóstoles, tablas de cruces. No son suficientes para acurrucarme y descansar. Intimida el acero. Aspirar duele el pecho. Anónimo estoy en este destierro. ¿Dónde libre? ¿Qué quiero? ¿Éste soy? ¿A quién no tolero? ¿Confío en mí? En este espacio mis actos tienen un litigio con mi nombre. Yo: mi interprete, mi guion equivocado ¿Quién tiene mi acto? el que me está mirando en el espejo me quiere entrevistar -no tengo doble- No tengo que actuar. Cumplo mi papel: voy a rendir el testimonio en primera persona. Una cuenta más. No. Es mi versión sin traductor. Un cuento sin anotaciones. Estoy de nuevo en el mismo sitio. Doy vueltas. Parece que llevo la peste ¿Quién se acerca? Nadie. Mi grito tiene una posición fetal.
2 La creación se burla del caos sin boca. ¿Salgo a la cordura? Deambulo en la libertad. Un asunto humano entre armas y papeles. Firma afirma. Otra niega. Rupturas de acuerdo. Se mata como a las bestias. Mi ley no se ajusta a nadie. La ley tiene cola de cascabel. También dos patas con manos a quemarropa. Que no me estrangule la pasión. Eso no quiero o acaso sea lo último que haga en esta salida sin vuelta. Todavía tengo entusiasmo. Siempre quise todo o nada. No daba lugar al vacío. No me di cuenta que allí estaba recogida la muerte como una damisela esperando. Sollozo como niño perdido cruzando calle cualquiera. Camino en el hilo del recuerdo roto dentro del zapato. Allí se esconde mi rostro. Huelo la pezuña del tiempo. La lengua del zapato dentro de mi boca. Siento una risa que desespera. Absuelvo la memoria de toda patraña. La escoba barre en cada rincón del cuarto. El recuerdo fuera del cuadro del cuento largo del judío K. Sonámbulo recoge las botas de la guerra y las convierte en montones de patitas marchando debajo del esputo amarillento de la tisis. Resbala el poder en la mancha que anda lento. Pica las babas en todas partes. El soy es un humano de la especie igualada a la de los otros. Asimétrica comparación. Débil con fuerte no concuerda. Hay que desinflar la bomba antes de que caiga. Somos nadas útiles y de uso especial en el ardid de la lengua. Desigual que cualquiera. Igualado es alerta. No hagas el equivalente. ¡Cualquier existe? Sé que el psicópata siente a través del otro. Controla trago de su psique eliminando el dolor, destrozando el cuerpo ajeno. Gozándolo hasta meter en su paladar el pezón agrietado. Gotea calostro con sangre. Agarra. Succión. Dolor. Primera costra del amamantar. Ingurgitación versus hambre. Quema en el pecho la tensión del tiempo en la grieta del contacto inicial. Sin acoplamiento la leche materna en la boca del neonato. No demos rodeos, no estoy hablando de dominados y dominantes, sino simplemente de pensantes que anoto –noto- me a notas. Te noto. ¿Qué saben de mí? ¿Qué se yo de mí? ¿Qué se de ti? ¿Quién da más en este correr de apuestas de sube y baja…?
3 El insecto sigue dando trompadas de circo al ingenio. Crucigrama del rompecabezas cuyo objetivo es recuperar el mensaje original a partir de un texto al que, por ejemplo, le faltan grafos o las letras que lo componen han sido desordenadas. Oscura letra del secreto donde excava cada nombre para dar con uno. La clave original del mensaje cifrado del enigma del nacido. Lo que develas en la palabra te desmantela cada salida. -Lo sabía-. No quieren arriesgar el placer sin nada a cambio. Asunto de tragamonedas es toda movida. Bastarda ley en el camerino del personaje. Cuál eres tú. ¿Cuál es la diferencia entre el que ejecuta la fantasía sin enfermedad, el que la atrinchera como batalla en nombre de la nación o del mundo y del que delinque sin pena y no es penado? El pillo pillado con candela en las manos. Se agita el fogón del verbo. El abanico cae en la brasa. El que azuzaba el viento se encamina a la parada de buses. Alguien persigue sus pasos. Lleva estampada la calavera en la camiseta. La guitarra de Santana no para. Cambio brusco. Me tuercen el brazo. Me patean. Trac trac suena la costilla. Estoy trompudo. La jeta rota. Me arrodillo. Me doblego a lo incierto. ¿En mi pueblo podré construir una capilla como la del “hombre doliente”?. Mi corazón se agarra al zumbido de la fe. Lucha para no abandonarme. El pintor de rostro iracundo y a la vez triste lo intentó, sé que la dejó inconclusa ¿qué se habrá desbordado en él? Falto todo en mí. No sé por qué me comparo con el genio. Acaso fui uno de sus modelos que agarró de un trazo en los papeles donde rasgaba al sol. Estoy enredado en las imágenes que asoman en telas blancas. Impune las justificaciones que parecen lapsus, coartadas, entredicho. Sentencias. Suspenso del nudo que no coincide con la lucha en la trama en la tarima. Ensaya a que eres otro. Otro representa la función. La telaraña del crimen en la obra no me convence. Cambiar el desenlace. Lapso para seguir calculando el juego como sin pensarlo ejecutar, ordenar, obedecer. Obedéceme. Orden tras orden. La orden no llega. El ordenador en su faena ordena como dictador camuflado en la obediencia a la autoridad. “Autoridad” de timadores y especuladores de las reglas.
4 Nací irreconciliable hasta conmigo. Oigo mi latido y lo imagino como un esclavo leal que no cesa a pesar del trato que le doy ¿no sé por qué me es fiel? ¿Será, porque es el único que no me ha sido desleal? Esa forma de sentirlo me compensa las carencias. Tengo que comentar, he palpado sus altibajos como marcha marcial y cortejo del apareamiento de la vida y la muerte. A veces, como un féretro esperando el momento, otras como bosque poblado de pájaros y entre ellos dejando ver un pedazo de cielo plenamente celeste. Me declaro creyente, me arrodillo ante la alucinación. El pensamiento se desvanece. La fantasía se estampa en la visión. Me creo dios. Vuelo de feligreses los murciélagos alrededor de la sangre. La sombra se me burla. Me desborono como arcilla mal cocida. La sensación de la completa y plena paz como apagón en el cerebro me deja inconsciente. Picoteo la imaginación para que no me trague la náusea. No niego que he derrochado la vida con gozos mundanos y otros casi artísticos. He cincelado la escena como a mí me ha dado la recontra gana. Sin una pizca de preocupación de lo qué le pueda suceder al otro. Mi yo me ignora. Estoy desterrado de la página protagonista. Dame culpa me pide el expiado. Hiriente y mordaz ese es. Qué no soy. Quién eres tú. No vez cómo pierdo mis horas contigo. Hago desquite a los chillidos del espanto. De una vez tantas veces ninguna. Una revancha. No sé. La ola revuelca hasta asegurarse la orilla. Retrocede lentamente. Su arrogancia es divina. Se levanta como cruz sobre la tumba. El tumbo la revuelca en el espacio que crea. Allí el acantilado se acuclilla para dejarse golpear por la plegaria del mar. He cohabitado experiencias obscenas que no entran a la categoría de memorables. No culpo. La queja es un morbo innecesario. Me agota lo mundano. El estiércol de mi esencia me doblega. Me tengo asco, apesto, no aguanto el aliento. Es una conjunción que no atina con qué anexarse. -Me siento interceptado, interrumpido-. Menos mal. Ya es algo, es una situación de amonestación en esta podredumbre que todavía me embarra. Que sea pulcro me dice la conciencia que se preocupa de los amorales. No me enfilo. Afilo el filo. En fila todos se solapan. La estandarización de la igualdad es una farsa. Soy ateo a toda proclama que se burla del uno entre los uno. La sobriedad y la ebriedad las llevo como siamés intocable.
5 En cualquier sitio la soledad es mi guardiana. Mi sometimiento. No tengo que defender nada de mí. Antes y después de la vida solo la muerte. Eso lo sabemos todo. Cada cual que se entrampe en su santiamén. Tampoco hay inocencia para lo que no sabemos. Suponer es invadir con sospechas. Metiche. Suena la piedra que cae el frontal ¿Cuál es el problema? No hay fórmula exacta para la respuesta. La plusvalía del hurto te hace desaparecer. Conclusión: somos libres y no lo sabemos. He dicho algo genial, claro que no. En la pared de esta cárcel está escrito “en este lugar maldito donde reina la tristeza no castiga el delito sino la pobreza”. La balanza de la justicia está repleta de coima. ¿A mí me lo dices? No deliro, ni estoy borracho. Que me acusen de nuevo. Para eso se perfecciona la represión. La prensa te imprime y captura tu huella digital. La cárcel es un banco del ocaso. Ahí miras la luna muerta del útero. La única reja que raya el esplendor del blanco. A hurtadillas te metes en la mirada oscura del asaltante. Te saltan los ojos cuando robas el pudor indecentemente. El día es decente porque estas vigilado y es más fácil para la cámara distinguir tu silueta de rata. Sacas los dientes a quien se oponga para que no te someta a la trampa. El queso está envenenado. A ver cuánto resistes. Roes la punta de la nariz. Tarea imposible eso de hacer callar para obedecer. No se puede liquidar el crimen, el robo, y qué cosas más. Rejas, candados, encierros eternos, hasta letal y horca. ¿De qué sirve mostrar a la vista lo castigado, sentenciado y ejecutado? Estoy en pleno uso de mi juicio ¿A quién le interesa? ¿Es sólo cuestión de lucidez no estafar? ¿Quién no ha cometido ninguna falta en su vida? Revisa en el hueco de tu soledad y notarás el bulto. He desenmascarado lo auténtico. Ahí se los entrego. “El original sólo para la muerte” lo dijo una poeta que pasa desapercibida del cartel que se cuelga en la feria del libro sin contratapa. La portada es un gancho gigante para ensartar noticias provocadoras. A ver si se estremece alguien. Todos los días desastres. De tanto último momentos se te hace calludo el cerebelo.
6 Cuando me doy vuelta me eclipso en el nudo. Solo percibo un terrible dolor impreciso. Estoy curando esa lesión. Estoy impidiendo que no crezca la fisura. ¿Esto prueba que algo me importo? Mi cuerpo es mi única evidencia. Me entolda la duda. ¿Cómo me sostengo para no malograr? No hay quien me releve. ¿Quién me hizo elegir este camino que está cerca del abismo? Dispongo de mí. Me tengo que adherir a mi propia causa. Estoy listo para empezar, ¿acaso ya me inicié? No hay vueltas que dar. Ya me jugué la partida. ¿Qué voy a encontrar en la fosa de mi cuerpo? Me estorbas libertad sin perfil. ¿Qué es lo falso en ti? -¿En mí?- No me digas que eres original. Maquillado un poco. Da igual. Me inhibes. Me exhibes. Me exiges. No sé a qué atenerme. He sentido el terror dentro y fuera. Otra forma de la vehemencia que no sacias. Dale la vuelta a eso de perturbarte. Arráncale un trozo al punto aparte. Espera. No huyas. Ni te alejes. No llegarás a ningún lado. Estas acorralado. Como Kafka en la metamorfosis de la tuberculosis. Se camufla como un bicharraco raro en el adentro y afuera de la mirada propia y ajena. Está pinchado como bicho en un alfiler en el cuento que todos juegan a descifrar. Nadie da con el animalejo. Es un bizarro innominado. Es la descomposición del nombre. Muchas patas inútiles para correr a ningún lado. Es el mismísimo escritor con la lengua pasmada ante el grito de Hitler que se oye por la radio, por la televisión, por las fotos en prensa. Es la boa que engulle el dolor sin chistar. Silencio, sirena, la cruz roja y el escudo negro que parece un alacrán con sus tijeras listas. Una hélice agigantándose alrededor del miedo. Son millones de botas atascadas en el héroe que distrae por un rato al ejército rojo y negro que se siente atrapado en una masa viscosa. -¿Qué es esto?- El que fue soldado se arrastra en el cuarto. Trepa hasta la ventana. Mira la gente como un actuante anónimo. Ve que los dedos se esconden en los guantes. Nadie quiere moverlos para frenar a raya el ascenso y descenso del tipejo ídolo. No tiene salida ni en su propia casa. Atrapado en el cuarto como un opositor. Se esconde en su trinchera de trapos. Va perdiendo las ganas de estar. Carraspea la cuerda vocal en su garganta. Grazna débilmente. El Führer manda alzar el brazo. El ejército obedece. Nadie ve la sangre que sale por la bota de la historia. Toses igual que el contagiado. Samsa escucha. Está atrapado como insecto de colección en las manos que cubre el despiste del hastío. Alpiste para el lector.
7 Trozo de carta del autor enviada a la editorial. "El insecto mismo no puede ser dibujado. Ni tan sólo puede ser mostrado desde lejos. En caso de que no exista tal intención, mi petición resulta ridícula; mejor. Les estaría muy agradecido por la mediación y el apoyo de mi ruego. Si yo mismo pudiera proponer algún tema para la ilustración, escogería temas como: los padres y el apoderado ante la puerta cerrada, o mejor todavía: los padres y la hermana en la habitación fuertemente iluminada, mientras la puerta hacia el cuarto contiguo se encuentra abierta." Alas de la plaga: dos pulmones aleteando o resoplando el aire atascado en el silbido de la respiración. (El amor es un tabú contagioso. Te deja sin aliento) Vaga aislándote hasta reducirte a algo indescriptible. ¿A qué viene esto? ¿Dónde están los recuerdos? Romántica palidez hechizada por la agonía lenta del cuerpo que se pierde en el ardor de la fiebre. Esconder el rostro entre sábanas ante curiosos insoportables. Echarse encima la tolda de las tinieblas para que no te alcance la pupila antropomórfica. Mi psique aún está viva. Entonces qué hago. ¿Quién puede amar esta silueta que se pudre en el penar del aislamiento? Mi perfil no tiene brújula. No sé qué es eso de la felicidad dentro de un juguete sin cabeza, tronco ni extremidades. Mi cuerpo se lo di a la principiante de la candela. Me desolló la esperanza con su quemante frialdad. El hielo seco se pega en la lengua hasta dejarte ampollas si te descuidas. Si lo encierras en un globo hasta se destripa junto contigo. ¿Quién se atreve a tirar la primera piedra? Soy mi escudo. ¿Qué es eso? El cuadro de la mujer con el brazo desapareciendo y la foto de K con el traje de soldado. Su arrastre en la atrincherada metamorfosis. La vida te dice -levántate-. Tú eres tu llave. Entra al cerrojo. Ocularmente se desdibuja el reflejo. La habitación está repleta de abandono. Soy una cosa oxidándose en el espacio sin tiempo. Me dejo caer el agua por todo el cuerpo. Disfruto la complacencia de poder hacer algo por mí, todavía tengo rastros. El sombreado de mi imagen me agarra. Me anima la leve esperanza de que no estés perdido para siempre. Las cicatrices que toco son el interdicto del contacto con lo real. Mi imaginación transita la inconsecuencia que depende de mi fuero interno y de alguien que la reciba. Me apoyo en la ignorancia que desoculta mi violencia camuflada en el desmadre de la culpa. La angustia incita contraseñas. Mi piel desvergonzada se eriza ante mi propio reflejo. Soy un convicto. .
8 A pesar de todo lo vivido esa ternura que recibí es incierta. Es borrosa. Es un envoltorio de colcha abrigando el cuerpecillo indefenso, ¿Quién me la quita? ¿Quién la desaparece? No se me despega, está adherida a mí. Eso es más que suficiente en todos los momentos de una vida. Algo parecido a lamida de gato. Voy a arrancar la costra del olvido. Allí algo se esconde –Me amonesta el despertar bruscamente- ¿Qué se me desprenda el contacto sin remitente? Repudio todo gesto agrio. Leche cortada entró a mi paladar. Me ausento del mundo por causa de un pronombre que me empuja a un juego que no me convence. Me impuse un rostro prestado ¡ah! ya no sé. No quise escapar ¿Pude? ¿Quiero? No puedo ignorarme, ni desistir de ese que digo o dicen que soy. Si ese es. Te señalan. Sin escapatoria. Es el que asoma al espejo. Es el que dicen que soy. Significa que estoy lejos de mí. Limpio el rostro. Más lejos que nunca. No puedo detener la existencia ni acabarla conmigo con un simple luego. Continúa como aficionado del cuerpo: constante y sonante el tragamonedas del ser. Está ávido, juega a que te habla. Actúas para interpretarlo. Lo imitas para no sentirse excluido. Lo recuerdas para no sentirse solo. Hasta lo olvidas para aprender a morir. Lo rechazas para provocar aprehensión. Lo amonesta para llamar la atención. Se opone. Entra a uno y lo despoja. Recupera al caído. Tanto aburrimiento produce la máscara y la estatua del golpe. Perfecto enfoque. El foco se prende de nuevo. ¿A quién le cae la tortura? El relevo. El de turno tapa el rostro del próximo. El estado de ánimo un dado ocasionalmente fugaz. No adula al ninguneador. Es abominable su pose de único. La vida toda infiel a sí misma no confía ni en su respiración. Incrédula como ella sola sin acostumbrarse a nadie descuera el día. Arranca la depresión que provoca el opresor. Le quita de encima la censura brutal. Recusa, acusa, aboga y toma resoluciones. A veces y a pesar de contradecirse y sin proponérselo es una presumida y encantadora que no cesa de sorprender. Otras, pareciera que avanza impasible y amorosa a la nada de sí misma. La promesa come. Te deja con hambre. Te quita fuerza. Te hace perder tiempo. Se derrite el tiempo en las babas del bla bla bla. Al signo vital hay que descontaminarlo. Desenterrar la transformación del fósil hasta estallar el juego del soplo repentino. Resplandor de flash encabeza la portada del destape del ojo.
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