De Eva como el síntoma de la mujer ausente que al hombre falta.
En el relato mitológico que describe en la Biblia el origen de la Humanidad se acentúa muy particularmente el exterminio del otro. En los restos de lo que en algún momento fueron los libros antiguos que se nombran Biblia, nos encontramos con un mito que intenta dar cuenta del origen de lo que llamamos Mundo, y del origen de los mortalesen el mundo. El relato que articula este mito da cuenta de una violencia radical; de lo que ahí se dice y habla, es de las mortales consecuencias para quien decide vivir conforme a su deseo y afirmar la singularidad de su existencia. Ninguna violencia de tal envergadura como la referida en el relato que describe la expulsión del Paraíso de la completud. La creación de Dios, vía una acción categóricamente vertical, es arrojada literalmente a la muerte y al infierno de la existencia. Eva, la protagonista principal de este relato en el que se narra lo que se nombra La Caída, o el Pecado Original, no es la mujer creada por Dios, cuando Dios crea al Hombre, hombre y mujer, asu imagen ysemejanza,dice el texto:
La mujerde la Creación descrita en el Génesis no es Eva, es Lilith; Eva aparece en un otro momento, luego de que, sin que se haga saber dela causa por la que el hombreal que la mujer faltaestá solo, Dios, para suplir la ausencia de la mujer que falta, decide crear, con la costilla del hombre al que la mujer falta“una ayudasemejante al él”.
De la suplencia a manera de semblante de la mujer ausente que al hombre falta. Si se dice que el Hombre creado por Dios, hombre y mujer, fue hecho a su imagen y semejanza, y que Eva fue hecha a imagen y semejanza del hombre al que la mujer falta; Eva, colocada en el lugar de la mujer ausente, da lugar a la mujer que ella no es y, con ello, a la mujer desde ese momento inexistente. Si Eva es hecha para “ayudar” y con ello “completar” al hombre al que la mujer falta; se podría decir que la función de Eva, puesta en el lugar de la falta que la mujer origina, es impedir que la mujer que falta se haga visible. En Eva la mujer no existe porque en ella la falta de mujer es constitutiva. Podría decirse que si el otro de Eva es el hombre al que la mujer falta, ella es hecha existir para que el hombre pueda sostener en ella la ilusión de completud. La suplencia de la mujer que falta, encarna la falta de mujer que al hombre falta; por ello,en ella,la falta de mujer que recibe como constitutiva la coloca originada por aquello que esa falta hace posible como causa del deseo. Por la falta que la constituye, la suplencia de la mujer que al hombre faltava más allá del lugar asignado al ser-vicio del hombre al que la mujer falta, en Eva la falta de mujer no cesa de insistir sin que esté en ella la posibilidad de colmarla falta. Se podría decir que en un afán de impedir que la falta revele en falta al hombre al que la mujer falta, y que la revelación le haga devenir deseante, Dios se anticipa; sabe que la falta es constitutiva del ser y el devenir del ser como ser deseante. Radicalmente en falta el hombre al que la mujer falta intenta negar su falta. Al hombre saberse en falta le resulta insoportable; en el intento de borrar o negar la falta, imposible de ser negada, no cesa de insistirle un deseo de completud por el que renuncia a ser otro ser que no sea el Ser el ser sin falta que anhela ser. El hombre negado a ser en falta pretende renunciar a ser el sujeto que la falta hace posible, la ausencia de deseo que intenta confirmar a través de su negación como sujeto, revela la verdad de su deseo de completud; esto es, revela su deseo de ser el Ser que le hizo ser. El hombre negado a ser en falta anhela devenir como Absoluto, superar su estado en falta, que la falta no sea en él, que la falta le falte, así sea al precio de negarse ser. Si el hombre, al que la mujer falta, en un primer momento parece no advertir su estado en falta, una vez que se dice seducido por la suplencia de la mujer a la que la mujer le falta, sujeto de la falta no la asume: la falta no es en él ni por él; la falta es la mujer que al hombre y a la suplencia de la mujer les falta.
De la “muerte” de Dios Se podría decir que la “muerte de Dios” proclamada por el hombre negado a ser en falta, muestra su anhelo delirante de afirmarse en el lugar del absoluto; el hombre negado a ser en falta, luego de proclamar la muerte de Dios, instala su dominio desde el lugar de Dios. La mujer que deviene Lilith, al afirmar la singularidad de su existencia y decidir vivir conforme a su deseo, es ajena a esta pretensión loca de “matar” al padre para ponerse en el lugar del padre. Para ser y sostener su ser, por el lado del “no todo” y el “más allá del padre”, la mujer necesita ser reconocida y sostenida por el padre. El deseo en el hombre de “matar” al padre, para tener lo que “no falta” al padre, configura su estructura3 Recordemos con Freud que el “crimen” de la horda es un asunto de machos que desean tener lo que el padre “tiene” y, con ello, estar en su lugar sin falta. No es otro el deseo al que la ley, a través de la represión que ejerce la cultura, intenta limitar. Deseo de ser sin falta, deseo esencial del hombre negado a ser en falta.4 Bástenos tener presente la sangrienta estela provocada por la permanente destitución de uno colocado en el lugar del amo, por otro que reniega de la falta y lo aniquila para apropiarse de su lugar (destituir a Dios, al Papa, al rey, al príncipe, al gobernante, al líder, al jefe, al director: destituir al padre). Si algo no cesa de insistir, a partir de la apuesta sostenida por Lilith de ser soberana, son las derivas de un goce otro femenino que, por el lado del “no todo” y “más allá del padre”, dan lugar a la falta y, por la falta, al devenir en rumbos de los mundos posibles que el deseo realiza a través de la creación. Lo que es otra cosa que destituir al padre o asesinarlo para colocarse en su lugar.
De la mujer. Quien da lugar a la falta que se dice original y con ella a la apuesta singular que afirma y confirma la existencia, contraria a la completud de lo Uno todo, no es otra que aquella de la que nada se quiere saber ni hacer saber. Si el estatuto de lo desconocido no es el mismo que el estatuto de lo ignorado como producto de una mutilación, por su ausencia la mujer está presente en la estructura del relato que pretende silenciarla; de hecho, es posible decirlo, es de ella, la mujer que al hombre falta, de lo que la suplencia de la mujer a la que la mujer falta, deseará saber. Por la ausencia de la mujer, que precede la creación de su suplencia semejante al hombre al que la mujer falta, la no mujer no pudo saber que el saber no sabido, del que no quería saberse ni hacerse saber, la “empuja” a saber. De la mujer ausente, llamada Lilith, se sabe que paría sin dolor y que al igual que hombre debía obediencia a Dios. También se hace decir, en el relato que los nombra, que la relación de ella y él con Dios estaba determinada por lo que hoy se nombra “La dialéctica del amo y del esclavo”.5 Por mandato de Dios, la mujer y el hombre no podían ser ni hacer otra cosa que aquello que Él decidió que fueran y ordenó que hicieran. No resulta difícil advertir que en ese lugar llamado Paraíso, en el que se tiene todo y nada falta, no hay lugar para el deseo, porque no es posible la presencia del deseo si nada falta o se tiene todo.6 Por la mujer, a partir del momento de la falta que da lugar a su deseo, algo que no era comenzó a ser. Lo que hacía diferencia entre el hombre y la mujer, en ese Paraíso de la completud, era su condición complementaria por el lado de la reproducción: una era la penetrada y uno el penetrador; y se dice que la mujer deseó ir más allá del acto de la copulación y que por ello pasó al acto de proponer al hombre una otra relación que la determinada como macho y hembra. La mujer se negó a seguir siendo penetrada de espaldas a la tierra con el hombre encima y se negó a entregar su cuerpo al servicio de la reproducción de una existencia no elegida. Por esa negación su condición de origen pasó a ser otra cosa; la mujer pasó a ser deseante, de ser pasiva a ser activa; decidió ser y afirmar la singularidad de su existencia.
Del hombre negado a ser en falta. Si el hombre negado a ser en falta no acepta que la mujer falta, es porque en ello va, lo sepa o no, un cuestionamiento radical a su anhelo de “completud”. El hombre negado a ser en falta de manda una no mujer cedida a él y al servicio de él, como cosa de él; una que, a semejanza de él, cumpla lo que se le ordena ser y hacer sin poner en cuestión los mandatos a reproducir ni el lugar de su ser en la existencia. Porque mientras él obedezca el mandato del otro al que no le falta y ella obedezca el mandato de él, es posible sostener el Ideal de completud, ideal de un otro que lo tiene todo, de un otro al que no le falta, de un otro que él anhela ser y le otorga sentido a su existencia. El hombre negado a ser en falta cumple con el mandato de la reproducción de todolo que se le impone reproducir y con ello afirma y confirma su existencia; sabe, sin saber cómo lo sabe, que de lo que se trata es de cumplir y de asegurar que la transmisión del ideal que lo atraviesa y determina se cumpla en otros; en ello, con ello, verifica la continuidad y la multiplicación de la existencia. Lo que mejor sabe hacer el hombre negado a ser en falta es serse semejante al ser ideal que anhela ser. Sometido a los imperativos establecidos por el ser que anhela ser, el hombre negado a ser en falta goza al hacer gozar con él al ser ideal que anhela ser. Cuando la mujer convoca al hombre a ser no todo e ir más allá del mandato que lo determina, el hombre negado a ser en falta se niega porque es invitado aser y devenir en falta, a saberse “no todo” y “más allá”, a moverse del lugar de Dios, a ser “más allá” de Dios, esto es, a recrearse, nombrarse, reinventarse, asumiendo el riesgo y las consecuencias de su soberanía. Lo que se condena del pasaje al acto que la mujer realiza, una vez que da lugar a su deseo, es la falta en lo eterno que da lugar al porvenir. Lo que se intenta impedir y negar es la presencia de lo porvenir que agujera lo eterno de la eternidad, porque lo contrario de la eternidad es el porvenir. Si el porvenir es el hoyo negro de la eternidad, o el agujero por el que la eternidad se diluye, dígase que Lilith origina la falta por lo real radical del retorno imposible y la apuesta perdida. Lo que la mujer revela no es solamente la existencia del deseo sino la afirmación de su ser singular y soberano que resulta del acto de atreverse a vivir conforme a su deseo. Escuchemos lo que dice la poesía en la escritura de Refugio Pereida:
Carta de Lilith Amado mío: Qué otro cansancio podía evitar En los pies me crecen alados cactus. En periplos jugarán noche a noche los años, Cuando Dios se percata del deseo que en forma invertida lo muestra en falta y acude a sancionar a la mujer que lo muestra “no todo”,se encuentra con algo imprevisto; la mujer se ha movido de lugar, y a esa que busca no la encuentra ni arriba, ni abajo, ni adentro, ni afuera. ¿Qué dice ese decir que la mujer no existe?; trabajando Lacan, Slavoj Zizek dirá:
Para el hombre negado a ser en falta resulta insoportable la demanda de ser que la mujer realiza; lo que éste espera es un cuerpo de mujer, bellas formas de cuerpo de mujer. Pero la mujer, una vez que logra mostrarse más allá del cuerpo que la eclipsa (nalgas, vulva, pechos, piernas, labios, brazos…) y del mandato que la coloca al servicio del otro y del cumplimiento de lo que se le ordena ser y hacer, hace saber de ellay saber de su deseo. El hombre negado a ser en falta en la mortal unida esclavizada anhela tenerlo todo, serlo todo. De igual manera las bellas damas, devenidas a imagen y semejanza del hombre al que la mujer falta, también anhelan tenerlo todo; ellas hacen por mostrar aquello con lo que tratan de ocultar la insoportable falta, así sea al precio de su propio ser sometido a la aniquilante ilusión de completud. El delirante afán por colmar la falta del hombre negado a ser en falta, y de la suplencia semejante a él a la que la mujer falta, los ha llevado, en el sin límite de su desbocado anhelo de ser sin falta, a su aniquilación y destrucción.
La falta es un lapsusde Dios Si de la ausencia radical impuesta a la mujer que al hombre falta es de aquello de lo que no ha de saberse ni hacer saber sin pagar el precio que cuesta saber de la falta, el deseo de saber, de ese saber prohibido, “resbala” a la no mujer hecha a imagen y semejanza del hombre en falta que desea saber de la mujer que suple y del saber que la causa. En su afán por evitar que el hombre se descubra en falta a partir del deseo de la mujer que lo muestra en falta, Dios gesta una suplencia de la mujer en falta semejante al hombre al que la mujer falta y, con ello, al sujeto en falta que interroga la falta de mujer en su ser y produce un saber que separa su ser, al hacerlo existir,de la cosa al nombrarlo. El deseo de saber que interroga en Eva la ausencia de la mujer que precede su existencia y el origen de su ser semejante al hombre al que la mujer falta, es un lapsus de Dios; Dios en su afán por ocultar o silenciar la falta que lo muestra en falta, establece la falta; al entregar el ser a la muerte, y por ella a la experiencia de la finitud, establece el tiempo “no todo”, el tiempo de la falta que pulsa la creación y, con éste, por éste, el tiempo “más allá” de la posibilidad infinita. La creación de una no mujer, como suplencia de la mujer que falta, establece la falta como lapsus de Dios, la presencia de la falta hace visible la falta en Dios y con ello la existencia, si se puede decir así, de su inconsciente; la falta, que atraviesa esta escritura, da cuenta del más allá de Dios: relato de uno que al negar la falta no hace otra cosa que exponerla. La falta es algo de lo que el hombre negado a ser en falta no quiere saber porque la falta desfunda radicalmente su delirio de ser sin falta. Para el hombre, negado a ser en falta, aceptar la falta es aceptar su incompletud y, con ésta, el sin sentido, por lo imposible de su anhelo, de su razón de ser. Negar a la mujer es negar la falta; si la mujer no existe el anhelo del hombre negado a ser en falta, y con ello el anhelo de exterminar al otro puede ser sostenido.
De la difamación de la mujer a la celebración del anticristo
Si en el hombre negado a ser en falta algo de la mujer no cesa de insistir al hacerle falta, esa falta, al decir de la Iglesia Apostólica, Católica, Romana, logra ser superada por uno, el hombre-Dios, al que la mujer no logra hacerle falta. Cristo prueba que sólo un hombre, que es Dios también, es capaz de renunciar a caer en falta de mujer y superar la falta. La institución Católica hace decir a Cristo que “vino a acabar con la obra de la mujer”, es decir, con la falta. A Cristo la mujer no logra hacerle falta ni hacerlo faltar al mandato que lo determina, por ello, al superar la tentación, que lo pone a prueba, reivindica al hombre al que la mujer falta a los ojos de Dios. A partir de Cristo la prueba para todo hombre colocado del lado de Dios sin falta, es superar la tentación de faltar al mandato que lo determina de ser sin falta, negarse a ser en falta, a caer en falta. De hecho Cristo nace de una no mujer(María es el objeto de la concepción que se impone en su cuerpo sin ser tomada en cuenta en su propia voluntad ni su deseo) y su labor consiste en vencer la falta de mujer que en él no falta. A través del Dios encarnado que Cristo es, Cristo prueba ser Dios al evitar la falta; la deidad de Cristo se afirma al demostrar que es todo menos hombre que cae en tentación tentado por la falta de mujer que al hombre falta. Para todo aquel que anhele retornar al Paraíso de la completud, el mandato es mostrarse uno a los ojos de Dios sin falta. Vanesa Santillán reúne en un texto poético algunas de las desdichadas frases dichas a través del tiempo por los padres y santos de la Iglesia Católica Romana para difamar a la mujer; el siguiente texto toma su nombre del capítulo “La difamación de la mujer” de KarheinzDeschner en “La Historia Sexual del Cristianismo.”10
La difamación de la mujer Soy un ser de fatiga del hombre
Bordando la caída por la vía de los hechos.
La apuesta de la suplencia de la mujer que falta por dar lugar a la mujer ausente, no consiste en oponer al hombre, al que la mujer falta, el reclamo por el lado de desear estar en el lugar negado a ser en falta, o en demandar tener lo que supone él “tiene”y ella no; eso han hecho y lo hacen las extraviadas feministas luego de que brillantemente fueron conducidas a demandar tener lo que el hombre, negado a ser en falta al que la mujer falta, afirman tiene. Esto es; al desear estar en el lugar del hombre negado a ser en falta al que la mujer falta, luego de suponerle la tenencia que confirma en ellas su no tenencia, las feministas fueron conducidas, vía los encandiladores destellos luminosos del engaño de ser sin falta, a ceder el potencial de su demanda de dar lugar a la mujer ausente. ¡Tener, no ser!.Tener no ser y continuar sin dar lugar a la mujer ausente, a eso llegaron: esa es la grande meta de lo que consiguieron conseguir. Desde el vacío absoluto de sus eclipsantes logros ¡sólo hay que verlas! ya están en condiciones, una vez puestas en el lugar del hombre negado a ser en falta, al que la mujer falta, de proclamar también la muerte de Dios. La vida, ver que da, una vez que ese montón de bellas formas de cuerpo de mujer, a las que la mujer les falta, aseguran tenerlo que no tenían (¡y vaya que sí les insiste mostrarlo!) ya puede salir sobrando. Lilith, la mujer en falta, deseó otro rumbo: invitó a vivir, a correr el riesgo de vivir inventando la vida y la vida del ser al hacer la vida. No invitó a “matar” a Dios; convocó al hombre a aceptarse en falta, y con ello a reconocerse por fuera y más allá de esa pretensión loca de ser sin falta: “Dios es Dios y tú eres tú”, “la vida puede ser posible “no toda” y “más allá” si te aceptas en falta”. La mujer invito al hombre a moverse del lugar de la sumisión radical, como impedimento al ser, a ser enfalta“ Si renuncias a ser Dios y a ser esclavoy te asumes en falta, por el lado de lo que hace falta, podrás correr el riesgo, al ser por ti no todo, de ir más allá del padre. Más allá del Paraíso de la completud, podrás saberlo, hay porvenir. Luego de que el hombre negado a ser en falta no quiso no ser Dios, Lilith,la mujer, pagó por ver, con su salida del Paraíso de la completad, el precio de su soberanía. La suplencia de la mujer hecha a imagen y semejanza del hombre al que la mujer falta, que desea tener lo que tiene el hombre negado a ser en falta, en ningún momento se aproxima a la experiencia de soberanía que sostiene la mujer en falta.
Ruinas mirando ruinas Recientes diosas tras el lugar de Dios, tenedoras también, pepenan todo lo que les hace “brillo” por el lado de la confirmación; ellas buscan, aún “teniendo” lo que no tenían, eso que suponen, al tenerlo, les hará la falacidad. Tenerlo todo hasta que nada falte ¡que no faltaba más!; ahora sí la suplencia de la mujer a la que la mujer falta, hecha a imagen y semejanza del hombre negado a ser en falta, ya no está dispuesta a no tener ni a dejar de tener. Ya sólo falta tener en su poder al hombre que desean ser; para él se visten, para él se desvisten ¿Será por eso que estas preciosas damas miran con desconcierto y angustia el incremento de la homosexualidad masculina? ¿Será que se preguntan quién las va a mirar, quién las va a confirmar, quién va a hacerlas sentir en el lugar de la mujer que al hombre falta, quién va a hacerlas sentir deseadas? ¿Será por eso que esas formas de cuerpo de mujer, en las que la mujer falta, se muestran tanto? ¿Cuándo muestran qué tratan de esconder? ¿Cuándo enseñan qué no dicen? ¿Qué callan cuando hacen hablar el cuerpo?. Ciertamente la suplencia de la mujer en falta a la que la mujer falta cumple a cabalidad su condición de “amada-amante”, instalada, si se puede decir así, en la más ruidosa búsqueda de completud; para ésta, la consistencia de su ser se afirma o devalúa dependiendo del alboroto que causa o no en el corralón de aquellos que por otra parte necesitan confirmar su tenencia sumando sumiendos y sin hallar en alguna lo que en ninguna buscan y tampoco quieren encontrar al negarse a ser en falta. Por otro lado; ocupados en la promoción de paraísos mercantiles de la completud, más cercanos o más lejanos, dependiendo del tamaño de la tenencia que llaman Capital, el hombre negado a ser en falta y la suplencia de la mujer a la que la mujer falta, admiran a quienes suponen que lo tienen todo o lo pueden tener; y ante la contundencia de la impotencia que resulta de su no total tenencia, maldicen lo que nombrar la mala suerte de no tenerlo todo y despiertos sueñan en volver a nacer con todo o con cambiar su suerte y sacarse-la grande.
Del eterno y deseado retorno La mujer, como la vida, está en otra parte; circulano toda y más allá del circuito de la tenencia, la igualdad y la completud; no demanda el lugar del hombre al que la mujer falta, ni tener lo que el hombre negado a ser en falta. Su demanda de ser se realiza y celebra en falta y por la falta insiste sin cesar de insistir. La apuesta de Lilithse sostiene por el lado de la vida que pulsa la muerte; lo que de ella queda es ese ser mujer sostenida en su soberanía liberada del paraíso de la completud. Las bellas damas al igual que los ciegos del Edén negados a ser en falta,no cesan de insistir por el lado de la completud; ambos suponen que su falta es falta de completud. El mercado y los mercaderes que ofrecen la posibilidad de tenerlo todo, los saben: la promesa de completud, ofertada en un sin fin de formas que prometen colmar la falta, abona obediencia, consumo enloquecido y sumisión con tal de tener.
Ser sin falta, tenerlo todo. La ilusión o el delirio de ser sin falta, poseyendo al otro o lo otro, produce monstruos que se exterminan y desprecian entre sí, toda vez que la ilusión de completud una vez y otra vez se rompe y el retorno sabido de lo que no quieren saber,ni hacer saber, una y otra vez salta a la vista. A contrapelo de la ausencia de soberanía celebrada en falta, lo que avanza,en formas cada vez más desmedida, es un ente delirante que en su afán de calmar la falta es capaz de llegar a todo. Donde ambos son uno a imagen y semejanza que rivalizan por la completud taponadora de la propia falta y la falta en los hijos a los que “no debe faltarles nada” ¿quién sostendrá la falta, la humanizante, humanizadora, estructurante falta? ¿Cuál es el destino de los hijos de esos padres que nada quieren que a los hijos falte? ¿Cuál el costo para la humanidad del hombrey la suplencia de la mujer ausente, negados a ser en falta? Urgente la deriva de lo humano en busca de lo humano, urgente otra episteme no toda y más allá, urgente restituir la falta, celebrar la falta, cantar la falta. Urgente la mujer, tentar al hombre y a la no mujer, negados a ser en falta, a intentar más allá del anhelo de serlo todo y de ser sin falta. Afirmar la singularidad de la existencia y asumir vivir conforme al propio deseo, demanda de la más radical implicación; por la vía de los hechos, del desanudo de las resistencias y las ataduras personales que amarran fijo al goce fálico a través de nudos radicalmente insospechados. Más allá de la lógica del goce fálico del hombre y la suplencia de la mujer semejante al hombre al que la mujer falta, ambos uno negados a ser en falta, la lógica del “no todo” y “más allá” da lugar a la falta y al sujeto deseante que se inscribe creador a partir de la causadel deseo que persiste en el borde inconcluso de su ser por la falta.
No queda otra mejor referencia para concluir este breve ensayo que las bellas y puntuales palabras traídas del Diario de Anaïs Nin por Mariel Alderete de Weskamp:
Octubre 2013 Ciudad de México.
BIBLIOGRAFÍA -Alderete de Weskamp Mariel, Una forma de cuerpo de mujer en “Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis”, Ed, Nueva Visión, Mar del Pata, Octubre 1989. -Cohen Ester, La Palabra Inconclusa, Ed., Taurus, México, 1996. -DeschnerKarheinz, Historia Sexual del Cristianismo, Ed.,Yalde, España, 1989. -Freud Sigmund, Tótem y Tabú, Ed., Amorrortu. Buenos Aires., tomo XIII, 1982. -GershomScholem, La Cabala y sus Simbolismos, Ed., Raices, Buenos Aires, 1988. -Graves Robert y Patai Rápale, Los Mitos Hebreos, Ed., Alianza España 2001. -Kojeve Alexandre, La Dialéctica Del Amo y del Esclavo, Ed., La Pleyade, Buenos Aires 1996. -Lonzi Carla; Escupamos sobre Hegel, España, Ed. Anagrama 1981 -MoralesHelí; Sujeto en el laberinto, Historia, ética y política en Lacan, México, Ed. Ediciones de la noche, 2003 Pereira Refugio; Carta a Lilith, México, Ed. Deriva, Deriva, revista de poesía, No. 13, enero 2000 -Zizek Slavoj, ¡Goza tu síntoma!, Ed., Nueva Visión, Buenos Aires, 1994. Zizek Slavoj; Las metástasis del goce: Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad, Buenos Aires, Ed. Paidos, 2003
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