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UN MENSAJE A GARCÍA

Helbert Hubbart
Publicado originalmente en la revista Philstine, 22 de febrero de 1899.

 

    Al estallar la guerra entre los Estados Unidos y España, era necesario entenderse con toda rapidez con el jefe de los revolucionarios de Cuba.
    En aquellos momentos, este jefe, el general García, estaba emboscado en las asperezas de las montañas; nadie sabía dónde. Ninguna comunicación le podía llegar ni por correo ni por telégrafo. No obstante era preciso que el Presidente de los Estados Unidos se comunicara con él. ¿Qué debería hacerse?
    Alguien aconsejó al Presidente: "Conozco a un tal Rowan que, si es posible encontrar a García, lo encontrará".
    Buscaron a Rowan y se le entregó la carta para García.
    Rowan tomó la carta y la guardó en una bolsa impermeable, sobre su pecho, cerca del corazón.
    Después de cuatro días de navegación dejó la pequeña canoa que le había conducido a la costa de Cuba. Desapareció por entre los juncales y después de tres semanas se presentó al otro lado de la isla: había atravesado a pie un país hostil y había cumplido su misión de entregar a García el mensaje de que era portador.


Reflexión:

    No es el objeto de este artículo narrar detalladamente el episodio que he descrito a grandes rasgos. Lo que quiero hacer notar es lo siguiente: McKinley, el Presidente de los Estados Unidos le dio a Rowan una carta para que la entregara a García y Rowan no preguntó:

    Admiro de todo corazón a la mujer o al  hombre que cumple con su deber, tanto cuando está ausente el jefe, el profesor, la autoridad, como cuando está presente. Y el hombre o la mujer que, con toda calma toma el mensaje que se le entrega para García, sin hacer preguntas tontas, ni abrigar la intención aviesa de arrojarlo en la primera atarjea que encuentre o de hacer cualquier otra cosa que no sea entregarlo, jamás encontrará cerrada la puerta de un trabajo o, para decirlo de otra manera, de su propio desarrollo.

Esta es la clase de hombres y mujeres que se necesitan y a la cual nada puede negarse. Son tan escasos y tan valiosos que ningún patrón consentiría en dejarlos ir.

A un hombre o mujer así, se le necesita en todas las ciudades, pueblos y aldeas, en todas las escuelas, oficinas, clínicas, talleres, fábricas y almacenes. El mundo entero clama por él, se necesita, ¡urge... la mujer o el hombre que pueda llevar un mensaje a García!


rivasmr@servidor.unam.mx